COMIENZA con fiereza la época ‘zambombil’ jerezana. Se retoman esas que fueron aplazadas por culpa de la pandemia. Vuelve el bando municipal , más bandolero que nunca y se publica sin saber con claridad, como de costumbre, ¿quién es exactamente el que tiene que pedir la licencia? y ¿quién está exento? ¿cuánto cuesta?. Ya mismo están llamando las peñas y hermandades para saber si ellos también están sujetos a esa exigencia o por el contrario no es necesario en estos casos al estar dentro del ámbito social, familiar o asociativo. 

La Zambomba de Jerez se erige como bandera, atractivo indiscutible y bien merecido porque ha sido capaz de generar interés cultural por parte del tejido asociativo y turístico por el lado del tejido industrial o empresarial. Dos conceptos que deben caminar de la mano pero con las líneas de actuación bien definidas. 

La prioridad debe ser conservar la personalidad, la identidad y el concepto auténtico de la celebración más característica navideña de nuestra ciudad. El romancero aflamencado si es posible y nunca las rumbas ni las sevillanas. 

Con esta idea fácil de entender deberíamos acometer cualquier celebración que se llame Zambomba. En las peñas, barrios, hermandades y otros colectivos parece que está meridianamente claro. Pero en otros colectivos más sometidos al ‘ministerio de la ansiedad’ suelen abusar de este concepto y te encuentras celebraciones a las que le llaman zambombas pero no lo son pues se ejecutan cantes y otras canciones o ‘temitas’ que nada tienen que ver. 

Si hacemos esto corremos el peligro de dañar la verdadera esencia y diferencia en la que se ha convertido, en un atractivo con sello de identidad de nuestra ciudad en Navidad y que tiene un tirón muy fuerte ya que no se encuentra en ningún sitio del mundo. 

De hecho se exporta y es solicitada su ejecución e interpretación cada día en más lugares de la geografía navideña fuera de Jerez. Tanto es así que muchos lugares imitan la celebración sin tener –digamos– la denominación de origen. 

No sólo nace en Jerez la Zambomba sino también es originaria de Arcos de la Frontera. No todo lo que se celebra en la Navidad de Jerez son ‘Zambombas’ y eso dede regularse también porque si no acabaremos como en la Feria del Caballo…, con la patología crónica de las casetas del chimpún que coartan y potencian la desaparición o nula posibilidad de escuchar flamenco en la Feria de Jerez, en la tierra del flamenco. Y vaya usté condió.

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