
La ciudad y los días
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La Rayuela
Está que arde el mundillo judicial en Andalucía por los presuntos escaqueos laborales de los funcionarios y demás trabajadores del sector. La última memoria anual del Tribunal Superior de Justicia (TSJA) viene a exponer el problema que representa para la eficacia del sistema la falta de control de horarios del personal. Como era de esperar, los sindicatos han tardado poco en reaccionar. Contagiados de la retórica de moda, sostienen que eso es un “bulo”, palabra muy dura para acusar al máximo representante del Poder Judicial en la Comunidad, Lorenzo del Río, que como presidente del TSJA se le puede atribuir la autoría de la memoria que él mismo presenta cada año. Suele ser muy realista en sus intervenciones públicas, pero en esta ocasión fue especialmente duro en el diagnóstico de la Justicia. Lenta y poco eficiente.
Lo de hacer memorias anuales es una práctica demasiado extendida en instituciones y empresas, sobre todo si se tiene en cuenta lo poco que suelen aportar. Lo normal es que contengan un ristra de méritos y elogios, sin atisbo de autocrítica. En cambio, la memoria del TSJA es siempre realista y su presidente habitúa a exponerla con crudeza. ¿Qué sentido tendría que Del Río saliera a contarnos un cuento de hadas cuando la ciudadanía sabe de primera mano lo que ocurre cuando se acerca a un juzgado? En el diagnóstico tampoco escatima a la hora de repartir culpas entre los propios jueces a los que representa. Les pide siempre un ejercicio de responsabilidad y que sean conscientes de la importancia de mantener la confianza de los ciudadanos en el sistema. Lo más destacado suele ser la lista de reclamaciones de medios materiales y cambios legislativos a los políticos y a las instituciones.
Esta vez ha incluido en su radiografía los problemas del personal de los juzgados y asegura que no están sometidos a un buen control de horarios y que todo está en manos del “voluntarismo”. Añade la memoria que no hay consecuencias en caso de irregularidades. En definitiva, que si los funcionarios trabajan más o menos, echan las horas que tocan y acuden o no a su puesto, depende más de la buena fe de los mismos.
Los sindicatos se han echado las manos a la cabeza, exigen una rectificación y piden que, si hay que controlar horarios, se haga con los jueces. Cuesta cambiar dinámicas. Ya contaba hace años el juez Miguel Ángel del Arco lo de las salidas a El Corte Inglés en horario laboral. Nadie se atrevió a decir que era un bulo.
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