La esquina
José Aguilar
Por qué Sánchez demora su caída
El primero de los apartados que venía escrito en el pergamino que encontré la pasada semana, se encabezaba con el título de 'Factor ‘P’'. Leí lo que así decía:
"Hay varias preguntas, que en realidad sólo es una, que todos los humanos, que usamos la mente para pensar, nos hacemos desde el momento en que comenzamos a tener consciencia de nuestra razón: ¿de dónde venimos?, ¿cuál es nuestro origen?, ¿cómo empezamos a ser?
La más sombría superstición, en un oscuro principio, los mitos, después, y la filosofía, por fin, no hicieron si no dedicar los mayores de sus esfuerzos, salvando las evidentes distancias entre unos y otros, a tratar de responder a esta inquietante y trascendental incógnita.
Además de la imperiosa necesidad que sentimos por conocer la respuesta a este enigma, se da la circunstancia de que en función de cual pudiese esta ser, las consecuencias que podrían resultar serían de tal envergadura como para cambiarlo todo, digo bien: todo. Pues, sin la menor duda, alteraría por completo el sentido de nuestras vidas, lo que creemos, y, puede que lo más importante: lo que esperamos.
La más elemental superstición, propia de tiempos primigenios, quedó superada por el advenimiento de la compleja, imaginativa y fantástica mitología, y ésta, con la aparición de Tales de Mileto, en el siglo VII-VI a.C., por la filosofía, de la que el filósofo griego se considera el padre. Nos centramos en las teorías de los tantos pensadores que desde entonces, en la costa Jónica, hasta hoy en el mundo entero, nos han dejado sus ideas al respecto y sus opiniones como contestación, en la medida en la que a los humanos nos es posible, a estas fundamentales cuestiones. Hay para satisfacer todos los gustos. Cada uno, según su propio parecer y pensar, puede quedarse o aproximarse a la que más coincida con lo que su razón le dicte.
La ciencia ha avanzado mucho, pero no lo suficiente. Sabemos que el tiempo no es absoluto, que un rayo de luz se puede doblar, que a partir de una insignificante partícula, con una masa inimaginable, fue posible una gran explosión primordial de la que surgió el universo que conocemos, que continúa expandiéndose, que una partícula subatómica, según la mecánica cuántica, puede estar en dos sitios al mismo tiempo, y que también hay partículas que pueden atravesar paredes... Pero el origen primero del mundo en el que somos, sigue amarrado a posibilidades aún por demostrar, nada hay constatado ni por tanto cierto.
Desde el punto de vista del pensamiento, hay quien defiende haber demostrado una teoría y otros la opuesta, ni las unas ni las otras tienen más certeza de las que las deducciones que nuestro entendimiento de por válidas, les quiera otorgar.
Seguimos, pues, no como estaban nuestros ancestros, pero tan lejos de conocer la respuesta cierta que la diferencia entre lo que ellos conocían y lo que conocemos nosotros, se hace ridícula si la comparamos con lo que nos queda por saber.
De que el resultado de resolver la incógnita que nos condiciona sea uno u otro, depende -decíamos- una cuestión que lo cambia todo, ¿cuál es?: la existencia de Dios.
En efecto. Una de las ideas que, necesariamente diríamos, nunca ha dejado de estar presente en el pensamiento del hombre, y por tanto en todas las innumerables teorías filosóficas, ha sido Dios: ¿existe, no existe …? Si existiese sería Él el principio, el misterioso dilema habría entonces encontrado respuesta. De lo contrario seguiríamos sin saber nada cierto.
Pero, hasta hoy, ni la ciencia ni tampoco ninguna doctrina filosófica, aún si nos refiriésemos a las del mismísimo e inigualable Immanuel Kant, ha sido capaz de demostrar ni lo uno: que Dios existe, ni lo otro: que no existe.
Respecto a descifrar, si Dios no existe, el origen primero del principio de todo, tampoco, como acabamos de comentar, hemos hecho progresos suficientes como para tener algo en claro.
Es por esto que uno de los tres condicionantes que, además de nuestra libertad, determinan nuestra vida, el Factor 'P', sigue conservando la trascendencia que hasta ahora tenía.
Por cierto, la 'P' que califica al factor que nos ocupa es la 'P' de 'Principio'".
También te puede interesar
La esquina
José Aguilar
Por qué Sánchez demora su caída
Cuarto de muestras
Carmen Oteo
Medallas de oro
Descanso dominical
Javier Benítez
Elogio de la zambomba
Postdata
Rafael Padilla
Cínicos e hipócritas