A diestro y siniestro

El frenesí de los pactos

En estas dos semanas se borrarán las líneas rojas y se levantarán los vetos: habrá pactos allí donde hagan falta

La necesidad de pactos por inexistencia de mayorías absolutas salidas de las urnas ha sido una constante en la política española. Empezó ya en los ayuntamientos desde las primeras elecciones municipales de la democracia, en abril de 1979. Cuarenta años después, pactar es práctica habitual, tanto en las administraciones locales y autonómicas como con el Parlamento y el Gobierno de la nación.

Es lo mejor para garantizar la estabilidad de las instituciones y lo obligado por la fragmentación electoral. Cuando imperaba el bipartidismo, era muy frecuente que uno de los dos partidos (PSOE o PP), con menos de la mitad de los votos, se hiciera con la mayoría de los escaños o actas de concejales de un territorio. Ahora, la irrupción no efímera de otros actores (Ciudadanos, Podemos, Vox) dibuja un panorama más complejo, abierto y propenso a oportunidades más variadas. Además, las opciones nacionalistas, que siempre han tenido un papel de más o menos relevancia, son ahora incluso determinantes.

También ayuda a la política de pactos la multiplicidad de posibilidades que ofrece. Se puede firmar un pacto sólo para la investidura, un acuerdo de legislatura, un programa común con gobierno compartido o gobierno monocolor del partido mayoritario... Cada una de estas opciones implica un grado distinto de compromiso y adhesión, lo que debilita las líneas rojas y fomenta la flexibilidad y el pragmatismo. En Andalucía incluso hemos inventado una fórmula nueva: Gobierno bipartito elegido gracias a un pacto tripartito. Mejor dicho, a dos pactos paralelos (uno PP-Cs y otro PP-Vox). ¡Será por innovar!

Ahora vienen dos semanas de frenesí negociador y pactista, en las que las declaraciones más contundentes se matizarán en pocas horas, las líneas rojas se borrarán sobre la marcha y los vetos y exclusiones se desdibujarán a velocidad de vértigo. Por una razón: conseguir alcaldías y gobiernos autonómicos, cuantos más mejor, es el objetivo de todos los participantes en el juego. En estas coyunturas se convierte en evidencia irrefutable aquella irónica sentencia de que la política hace extraños compañeros de cama. Y hasta de sofá o de mesa.

Yo esto lo veo con entera naturalidad. Habrá pactos en todos los sitios en que hagan falta. La mayoría serán lógicos, algunos llamarán la atención, otros serán singulares y algunos más escandalosos. Habrá aspavientos y denuncias que durarán un rato.

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