Por qué no nos gustan los terremotos

Ni el PSOE va a romper España, ni el PP va a privatizar institutos u hospitales públicos

Hay cosas difíciles de entender. Por ejemplo, cómo es posible el empecinamiento de Irene Montero ante las múltiples evidencias de que la bienintencionada ley del sólo sí es sí ha resultado un desastre en toda regla. Hay más. ¿Hasta cuándo vamos a seguir tratando a Marruecos como a un niño mimado? Vale que hay que hacer política realista y que mejor enviar a empresarios a invertir que a la Legión, pero los desplantes constantes rozan lo inadmisible.

Seguimos. ¿Cuándo admitirán los nacionalismos vasco y catalán que nunca en su historia los ciudadanos de ambas comunidades han tenido tanto autogobierno como en la actualidad? ¿Y cuándo el nacionalismo centralista entenderá que España no es Castilla , sino la suma de historias, culturas y lenguas diferentes que nos enriquecen a todos por igual? Porque de darse ambas condiciones, terminaríamos con batallas estériles que desde hace siglo nada construyen y dañan a nuestra convivencia. Más . El presidente Sánchez dijo en el Senado recientemente que su gobierno no tenía nada en contra de hospitales, residencias o colegios privados y que lo único que pretendía era que educación y sanidad no diferenciaran a ricos de pobres a la hora de acceder a los mejores servicios. ¿Quién está en desacuerdo con eso? Nadie. Entonces ¿Por qué no son posibles los grandes acuerdos nacionales en aquello en lo que todos compartimos? Son sólo ejemplos de algo evidente , que hay una inmensa mayoría que se siente cómoda gobierne el PSOE o el PP porque ambos partidos actuarán en lo referente a la política internacional, la sanidad, la educación o la vertebración del Estado de modo similar. Ni el PSOE va a romper España en varios estados diferentes; ni el PP va a privatizar institutos u hospitales públicos . Lo sensato por tanto sería pactar ese suelo común que nos une, aparcar a la espera de mayorías absolutas lo que nos separa, y alejar a los extremismos de Vox y Podemos del Gobierno. Cuando dentro de varias décadas nuestros descendientes se pregunten por qué perdimos tanto tiempo discutiendo sobre cuestiones que compartimos en lo esencial, en vez de fortalecer los valores y oportunidades que nuestro país ofrece en un mundo con mayores problemas, concluirán que fue porque en vez de aspirar a ser la California europea, teníamos miedo de acabar viviendo en terrenos proclives a los terremotos porque lo cambian todo.

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