El humor de los nuevos señoritos

Reinciden en sus mensajes injuriosos lindantes con lo xenófobo, ayunos de la más mínima justificación argumental

Una noche de verano en la Casa Grande, una señora de Madrid bien señoreada veraneante de Vistahermosa, asumió todo el protagonismo de la cena soltando de repente en la mesa que ella, muy enterada de todo, sabía de buena fuente que la Semana Santa de Sevilla tenía todavía mucho de clasismo y dependencia, como una cosa de señoritos. Mi padre, allí presente, hombre prudente y educado, sentado justo enfrente de la ilustre charlatana, le contestó tranquilamente algo como esto: "Pues no sé en otros sitios, pero en mi hermandad, al hermano mayor, que es el ATS de la Fábrica, nada se le escapa. Él ordena, quita, pone… yo soy teniente de hermano mayor, no mando absolutamente nada… y soy el vicepresidente de la compañía".

Cuento hoy esta anécdota al hilo de la polémica desatada por el numerito impresentable de la cadena de televisión pública catalana tomando como objeto de su presunto humor a la imagen de la Virgen del Rocío. Por ahí arriba, en ciertos círculos faltos de talento y sobrados de subvenciones, todavía se creen que las devociones populares más acendradas son cosa del poder y las élites, que todo es una excusa folcrórica y colorista que pervive en el tiempo como un modo sutil de alienación del pueblo oprimido. Por eso reinciden en sus mensajes injuriosos lindantes con lo xenófobo, ayunos de la más mínima justificación argumental, algo imprescindible en el humor con mayúscula del que ellos carecen, aunque éste sea ejercido para criticar a la Iglesia y otros poderes. Ahí tienen el caso radicalmente contrario de Albert Boadella, por poner un ejemplo también catalán.

Ignoran estos ignorantes que los destinatarios de su triste sátira no son en realidad el obispo de Huelva, ni el alcalde, ni ningún terrateniente, ni siquiera el hermano mayor de la hermandad matriz. Quienes pueden considerarse verdaderamente ofendidos por la mofa son todos los sencillos devotos para los que la Virgen, por cualquier razón o circunstancia, significa algo. Y para muchos, la mayoría hombres y mujeres del pueblo llano, significa mucho, tanto como volcar en ese icono universal que es la Virgen de las Rocinas no ya sólo su piedad, sino su memoria, su cultura y hasta sus mismas raíces donde han crecido. Valores demasiado altos para ser respetados por tanto cantamañanas a sueldo. Que además representan, sin saberlo, a los nuevos e intocables señoritos del siglo XXI.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios