Jerez íntimo
Marco Antonio Velo
Jerez, 1979: Choquet, Esteban Viaña, Manolo Benítez, Falconetti y Nadiuska
LOS autores de "Antonio Molina, el genio que revolucionó la copla", nos dicen en una misiva: "Nosotros no somos escritores. Realizar este libro ha sido un capricho, producto de la gran admiración que sentimos por Molina, una de las voces, no haría falta decirlo, más emotivas y brillantes de la Copla Española : original, sensacional y única en su estilo."
Sí, efectivamente, Manuel Gallego y Pedro Aixalá han llevado a cabo un trabajo verdaderamente loable en pro de una figura sumamente importante de la canción española. Lo ha publicado esmeradamente, con profusión de ilustraciones, la Editorial Antínea (Dr. Flemimng, 6. 12500 Vinarós). Le pone prólogo Tony Lebranc. Y dice: "…me causa alegría rememorar al artista que ha sido un caso insólito, un suceso irrepetible en la historia de la canción española…Su falsete, sentido y profundo, hizo vibrar a toda España y, aún hoy, fascina a quienes de nuevo escuchan su cante inimitable".
A lo largo de más de trescientas cincuenta páginas, divididas en varios capítulos, nos encontramos con la vida personal y artística de Antonio Molina, reflejada de una forma intensa, dada la cantidad de datos y documentos que configuran a una biografía escrita apasionadamente. Uno de sus detalles más significativos, es que se recopilan las más de trescientas coplas que grabó el artista malagueño, enumerando títulos, estilos y años de producción.
Antonio Molina de Hoces Castillo Hidalgo, nació el nueve de marzo de mil novecientos veintiocho en el barrio perchelero de las Fatigas, y muchas fueron las fatigas que hubo de pasar, ejerciendo desde niño distintos trabajos, hasta que en un bar madrileño inició su profesionalización, al ser escuchado por el agente artístico José Arroyo, que le llevaría a la academia del maestro Lazaga y luego a programas de televisión, para seguidamente grabar en Barcelona sus primeros éxitos: ""El macetero", "El agua del Avellano", "Cuando siento una guitarra" y "De contrabando".
A continuación, Antonio Molina formó parte de los más afamados espectáculos en gira, compartiendo cartel con las máximas figuras de los años cincuenta, así como encabezando sus propios elencos, llegándole enseguida los contratos cinematográficos, interpretando las películas "El Piyayo", "Esa voz es una mina", "La hija de Juan Simón", "El Cristo de los Faroles", "Café de Chinita", "Puente de coplas" y "Andalucía Chica". Filmaciones que alternaba con sus recorridos por los principales teatros españoles. Tras siete años de retiro, reapareció en el Teatro Progreso de Madrid, en mil novecientos ochenta y seis, con una función titulada "Adiós a España". Enfermo desde mil novecientos noventa de fibrosis pulmonar, murió el treinta y uno de enero de mil novecientos noventa y dos. La biografía que tenemos en las manos, es el mejor homenaje que se le puede rendir a su memoria, acompañada de un cede con doce de sus grandes éxitos.
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