Vía Augusta
Alberto Grimaldi
La conversión de Pedro
Mi amiga Susana me anima a que eleve al papel prensa la improvisada conversación que hace apenas un par de semanas mantuvimos varios forofos de los principios elementales -¡y fundamentales!- de la Filosofía con un nutrido grupo de jóvenes quinceañeros. Ellas y ellos -juventud, divino tesoro- dieron el callo en el desafío de la dialéctica. La charla -¡albricias!- fue de aúpa. El escenario e incluso el contexto no vienen al caso. En Jerez intramuros también acontecen espontáneas tertulias de semejante índole. Posiblemente el arroz negro con alioli, las gambas al ajillo y la ensaladilla coronada con pulpo a la gallega inspiraran el diálogo. Estómago feliz, verbo fecundo. Aquello sucedió como la repentina comunión de algunos versos de Luis Rosales: una suerte de fusión sobre la marcha sin restos de oficiosidad burocrática. Durante la sobremesa salieron a la palestra Spinoza, el feudalismo de la vieja Europa, el marxismo, el licenciado Vidriera, Salvador Allende, Mao, Hervé Caigne, Bertrand Russell, las conexiones políticas con el pasado, el hábito mental de las posguerras, Ramón Tamames… Por cierto, el tiramisú, querida Carlota, de rechupete…
Cambio de tercio. Reproduzco tres entrecomillados que enseguida anoté en mi agenda de bolsillo. El primero trazado por nuestro obispo José Rico Pavés durante el epílogo del solemne acto del Te Deum en la iglesia de San Dionisio: “¿Qué ha aportado y puede seguir aportando la celebración de este día de San Dionisio a la cultura de Jerez? La respuesta se puede encontrar en un escrito cristiano del siglo IV, hoy catalogado dentro de los escritos apócrifos de los Hechos de los Apóstoles. En este escrito, recreando lo que vemos en el escrito canónico de los Hechos de los Apóstoles, san Pablo se presenta en el areópago y dice: ‘Vengo a anunciar a todos la paideia de Cristo’. La palabra griega tiene un significado bastante rico. Y se puede traducir de la siguiente manera: ‘Vengo a presentaros la cultura que nace de Cristo. Vengo a anunciaros la propuesta educadora que nace de Cristo’. La cultura tiene que ver con nuestra forma de tratar la tierra, de transformarla, de crear obras que llamamos artísticas. Pero de la misma raíz latina proviene la palabra culto. No hay cultura si no se relaciona el trato de la tierra con nuestro origen y nuestra meta que está en Dios. La propuesta cultural que san Pablo anunció y que abrazó san Dionisio es una propuesta que transforma la tierra, que nos ayuda a conducirnos en ella, en esta tarea educativa. Esto nos debe ayudar a vencer lo que el papa Pablo VI llamó como el ‘mayor drama de nuestro tiempo’: la ruptura entre la Fe y la cultura”.
El breve discurso de don José me hizo reflexionar en corto. Pienso que a menudo la cultura de Cristo parece la asignatura pendiente -por troncal- entre quienes llevamos a gala denominarnos cristianos. Tan teóricos… a secas. De cuando en cuando olvidamos que esta cultura prioriza -y no ironiza- y otorga prioridad y prelación al amor, esto es, el servicio al prójimo. No es cultura que cultiva la división o el egoísmo. Y por ende comporta, consustancialmente, una responsabilidad, una coherencia y una vocación por la transformación social -que comienza en la actitud individual y arriba en la colectiva-. Enseguida contemplo términos como integración y no sustitución. Servir a los demás por amor a Cristo. San Gregorio es paradigmático en este sentido. Sacrificio/compromiso, caridad activa y un pujante concepto -inalterable- de la justicia. ¡Ah, la justicia! Tan ligada -sin conjeturas- a la Verdad.
La segunda referencia que apunté a escape fue pronunciada en la Eucaristía presidida, media más tarde del término del acto del traslado del Pendón, por el sacerdote Luis Piñero Carrasco -vicario episcopal para la Evangelización-: “Hay que conquistar el mundo para salvar la vida. Hay que salir a los foros de nuestro tiempo. Y hacerlo ya. Hay que anunciar el Evangelio. No dejes para mañana lo que tengas que hacer hoy”. Cum laude. Piñero actualiza la inminencia de una necesidad irremplazable: adecuar la evangelización a los formatos de la modernidad. Ha clavado el mensaje en el centro de la diana. La tarea no admite demora. Hacernos presentes -desprovistos siempre de ningún achaque de Fe vergonzante- en contextualizaciones y escenarios cotidianos donde de seguro Cristo es necesario. Al respecto de esta misión seguiremos profundizando. La tercera y última frase que destaco la comentó el sacerdote Enrique Soler, párroco de San Pedro, en la Santa Misa ofrecida este pasado viernes por el alma del reconocido empresario sevillano, tan apreciado en Jerez, José Luis Herrera Gómez. Dijo Enrique: “La lucha contra el mal la mayor de las veces es interior”. ¡Ahí quedaron esos cuatro zancos sobre el mármol de toda certeza!
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