Jerez íntimo

Marco Antonio Velo

marcoantoniovelo@gmail.com

Jerez: la Sed y el sueño de una noche de verano

Gran equipo de trabajo de la Hermandad de la Sed en la verbena del pasado viernes.

Gran equipo de trabajo de la Hermandad de la Sed en la verbena del pasado viernes.

Es vox populi en el orbe cofradiero. Las opiniones convergen en una misma aseveración de buen agüero. Todos coincidimos al alimón. La Hermandad de la Sed -sin caer en salvoconductos de moralina de baratija sino todo lo contrario: todos para uno y uno para todos, tales mosqueteros defensores de la enseñanza evangélica- está haciendo las cosas como Dios manda. Con pujanza, con sencillez, con humildad, con un alto sentido grupal del trabajo. Hace varios días cumplieron el sueño de una noche de verano, por expresarlo con resonancia musical de Felix Mendelssohn. Cerraron filas, hicieron piña, pusieron manos a la obra. La ilusión -por bandera- nunca pasteurizada. El sentido de la igualdad como divisa. La alegría inyectada a la recíproca. Todos dando lo mejor de sí. Ningún cerrilismo anacrónico. El concepto de Hermandad cosido con primores de seda y pasamanería. Ya leímos en ‘El lobo feroz’ que “de lo importante no hay pruebas, sino testimonios”. Esta máxima la llevan a gala los cofrades de la Sed…

… Y a las obras -que son amores- nos remitimos. Se rebasaron, con creces, todas las predicciones. Y casi todas las previsiones. Y nosotros que nos alegramos -con franqueza, con camaradería, con la algazara propia de quienes sienten contento por el bien ajeno-. Ya desde la mañana del pasado viernes saltaba de oca o oca, de WhatsApp en WhatsApp, de redes en redes, la carta de productos y precios populares de la I Verbena Asunción de la Virgen -a beneficio del paso del Cristo- organizada por esta pujante Hermandad -considerada de las nuevas aunque jamás novelera- de la Semana Santa de la ciudad. La noche invitaba a colaborar con tan entusiastas cofrades y hasta allí nos desplazamos un grupo de familiares, hermanos de Hermandad y amigos. Unimos varias mesas para dar cabida a todos cuantos nos congregamos en torno a una vivencia que ya de antemano se presumía alegre, como el zigzag de una golondrina que dibuja perillas en el mentón del cielo. Como el colofón socrático de tratar al prójimo como a ti mismo. Como el prólogo sin diretes de un abrazo. Como la explosión de una piñata. Como la solución, por ósmosis, del Ulises de Kavafis, siempre “tan rico en saber y en vida”.

Enseguida los cofrades de la Sed se percataron del creciente poder de convocatoria de la cita del viernes. Aquello creció como el verso inacabable que escribe el viento en una barroca canastilla de costero a costero. Como el secreto que no pide explicaciones tras la cerradura de una puerta cerrada a cal y canto. Como la gota de aceite que, para el rocierismo, nos solicitó san Juan Pablo II cuando entonces. Como el propio cortejo de esta blanca cofradía, de Pelícanos en avanzadilla, cuando la estación de penitencia llama, de nuevo, a sus puertas. La noche invitaba al fresquito, al brindis, a la contemplación de un horizonte plagado y no plegado de estrellas, a la sonoridad del rumor de caracolas de cualquier término de jornada agosteña de nuestra Andalucía Occidental. Cofrades de bastantes hermandades coincidieron en este enclave -el parque del Santísimo Cristo de la Sed-. Todo baratísimo, con sabor de chuparse los dedos, carne de primera calidad: salían con ritmo endiablado los pinchos morunos, los perritos calientes, las hamburguesas, los montaditos de filete… Paganini a tocateja para regresar a la barra a las primeras de cambio.

Atendiendo en la misma -y en cocina- hombres y mujeres y viceversa de todas las edades. Turnos que se cumplen a rajatabla. Una organización milimétrica. Una máquina engrasada. Los trabajadores de la Hermandad se entendían a simple vista. Con expresividad de retina cómplice. Moviéndose con una rapidez suficiente. Te atendían al instante. Con amabilidad y dominio del terreno. Comprobamos cómo el director espiritual -Juan Azcárate- y el hermano mayor -Rafael Fernández- eran los primeros que, sudando la gota gorda, no pararon un segundo en atender al respetable público y en realizar labores de pinche. El equipo de mayordomía resuelve en un santiamén la necesidad de mayor número de mesas y sillas en atención al récord de afluencia. Saludo a conocidos cofrades como Mercedes Aleu -del Consejo de la Unión de Hermandades-, Laura Álvarez Gallego -teniente hermana mayor del Consuelo-, César Augusto Díaz -candidato a hermano mayor de la Hermandad de la Yedra- o, entre otros, Daniel Romero -quien fuese hermano mayor de la Sagrada Cena-. ¡Enhorabuena a los hermanos de la Sed! ¡Objetivo cumplido! Lo dijo Shonda Rhimes -brillante productora norteamericana de televisión-: “Las cosas se consiguen trabajando duro. Es el trabajo lo que genera cambios”.

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