Cuarto de muestras
Carmen Oteo
Medallas de oro
Por mor de la urgencia que lleva pareja la indomable heterodoxia de la actualidad, tomo recado de escribir para hacer las veces de portavoz de innúmeros jerezanos ahora ávidos de enviar -sin matasellos ni tinta china- un fortísimo abrazo a Juan María Vaca Sánchez del Álamo. Quienes conocen de cerca a Juan María saben a ciencia cierta que sustituirle en sus múltiples quehaceres es misión imposible. Ni el mismísimo Tom Cruise -al socaire de una nueva secuela de esta homónima saga cinematográfica- podría escenificar, siquiera grosso modo, la prolífica y rigurosa capacidad de desdoblamiento y la impecable profesionalidad de quien, por encima de otras tareas y voluntariedades, es abogado excelente, cristiano de obras -y razones- y tenaz académico de venia concedida. Si Juan María te privilegia con la inalterable costumbre de su amistad, siempre con el docto consejo y el pulcro asesoramiento al quite, entonces -¡lo mires por donde lo mires!- date por beneficiado. Juan María es un hacedor de concordias. Tutor del aula de permanencia del deber cumplido. Cuando ejerce de jurista, no hay términos medios. Ni papel mojado. Ni trampas ni cartón. Si abordamos la categoría personal -tan cortés y tan elegante al derecho y al revés, por dentro y por fuera-, no queda más remedio que colocar -hete aquí- el punto y aparte.
Juan María -puntilloso y no quisquilloso- ha sido asaltado de nuevo -prácticamente en el estrecho doble corchete de un año, sobre poco más o menos- por un achuchón de la salud. Habida cuenta el actual secretario general de la Academia y cofrade de la Vera-Cruz y flamante miembro de la Pontificia Orden de Caballería de San Gregorio Magno -concedido ex profeso por el papa Francisco el 10 de enero del año en curso- profesa un respeto superlativo al bien medido arte de cuidarse -vade retro, enfermedad-, y siendo -como de hecho es- fiel cumplidor al pie de la letra de las prescripciones médicas, Juan María regresará por sus fueros en un santiamén. La cuenta atrás de su restablecimiento ha tomado velocidad de crucero. Mientras tanto, en el ínterin, la mejoría de tan activo hombre de Fe formará parte del largo listado de nuestras peticiones. O sea: que, trastocando el título de la siempre recomendable novela del escritor barroco -integrante del movimiento literario de los ‘narraluces’- Alfonso Grosso, Juan María just coming.
A otra cosa “mariposa del aire”, Lorca dixit. No abandonamos el registro de los abogados cultos que construyen ciudad a partir del humanismo cristiano. Y, como saltando a la pata coja sobre varias casillas dibujadas a tiza en el suelo de esta columna periodística, al modo del antaño tradicional juego de la rayuela –¡cómo se concatena esta palabra a la prosa sin prisa de Julio Cortázar!- nos colocamos frente por frente a quien -a fuer de ovación tras ovación- puso bocabajo el patio de butacas del Teatro Villamarta el Domingo de Pasión de 2001 -porque, y cito de memoria, “en las maderas del arte también Cristo nos aguarda”- y estrechamos la mano de Enrique Víctor de Mora Quirós. Nuestro orador -siempre al margen de la culta latiniparla de Francisco de Quevedo- ha puesto otra vez en solfa la sequedad imaginativa -creativa- que a veces campa a sus anchas -por defecto- en los círculos concéntricos de nuestras hermandades. El ciclo de conferencias de la Amargura ‘Cuestiones morales de nuestro tiempo’ -que coordina nuestro a su vez contertulio letraherido- nos anonada cada mes de noviembre -semanas arriba, semanas abajo-.
También en las cofradías… zapatero a tus zapatos en tanto cada cual domina un terreno. Como el hermano mayor de la Flagelación Alejandro Aguilar desea lo mejor para la institución que preside, por esta lógica causa reparte juego en función de las habilidades y el control y el dominio de según qué hermanos al respecto de la gestión. Por ende, es de Perogrullo que esta convocatoria anual sin parangón -temas actuales de interés general- recaiga en la coordinación de Enrique. Por su formación, por su pasión y por el amplísimo registro de sus contactos. Los conferenciantes pertenecen al extrarradio del submundo de las cofradías. La primera cita, bajo el sugerente título ‘¿Es inteligente la inteligencia artificial?’, tiene lugar mañana jueves, a las 20.30 horas en la Casa de Hermandad, a cargo del catedrático de Filosofía del Derecho de la Universidad de Cádiz Manuel J. Rodríguez Puerto. ¿Hágase la IA entre nosotros? En la sala capitular de la antes denominada calle Colón hallaremos la respuesta.
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