Jerez: ¿Qué secreto fue desvelado el domingo 11 de marzo de 1979 en Los Alburejos? (I)

Emblemáticos cofrades de la Coronación ante la Virgen de la Paz en su Mayor Aflicción.
Emblemáticos cofrades de la Coronación ante la Virgen de la Paz en su Mayor Aflicción.

26 de noviembre 2025 - 05:36

Rafael de Paula viste en tonos oscuros. A juego con las gafas de sol. Prescinde de jersey. Ni siquiera se ha provisto de chaquetilla. Ligero de equipaje, como Antonio Machado según el verso -sin visajes, sin virajes- desplomado de su puño y letra. Así, de particular -lejos o, tampoco tanto, del traje de luces- no pierde Rafael las hechuras. Ni la elegancia de este agitador de emociones de los aficionados de Jerez y de cuantos, allende nuestras fronteras e intramuros de sí mismos, quedaban extasiados con el arte de quien jamás desdibujó enmiendas a la totalidad del toreo. Tocaba jornada dominical de descanso, de casilla blanca en la apretada agenda de la temporada. Ramón Cué Romano -como así José María Pemán- siempre supo intuir qué guarda María Santísima en su corazón. Dios te salve… Por esta razón, que pintaba tonalidades de acuarelas celestes en el calendario cuaresmal de la ciudad, también conocía al dedillo la Virgen del Desamparo -es decir: la madre del Prendimiento- la noticia exclusiva que Paula aún sostenía para sus adentros. Mutis por el foro hasta la presente. Sí, como luciéndose de nuevo en el quite de la prudencia -que es reserva del habla-, el torero gitano no soltará prenda sino hasta los postres del almuerzo que en apenas un par de horas compartirá con gente cabal…

Conduce su Renault 5 -el Mercedes, averiado, aguarda en chapa y pintura-. Las zonas más céntricas de Jerez ya comienzan a evidenciar la ingente cantidad de ciudadanos que se echan a las calles para visitar las solemnes ceremonias de besamanos. Por ejemplo en la Capilla de los Desamparados, calle Arcos, los cofrades de la Coronación de Espinas ofrecen a su Amantísima Titular María Santísima de la Paz en su Mayor Aflicción. La presentan, tan Reina, acorde con la blanca belleza de su rostro. Allí la observan -y la custodian de cerca- Paco Coro Boullosa, Manolín González Ramírez, Manuel Piñero Vázquez, Silverio Cabrera, Juan Luis Jaén, Mariano Cross, Paco Lucena, Luis Galván, José María del Río Serrano, Manuel Rodríguez Porrúa, José Luis Larraondo… El sol comienza a hacer de las suyas. Los viandantes dejan caer las cazadoras sobre el antebrazo, como así los profesionales de ‘El colmado’ la servilleta o, en idéntico ademán, Manolo Candela en el ‘Restaurante Gaitán’… Hacia Villanueva parte el Jerez Industrial, que se enfrentará al Villanovense presentando la siguiente alineación: Navarro, Leytón, Reina, Silva, Prieto, Callado, Miguel, Contreras, Selma, Luis y Cáceres. El Xerez CD haría lo propio con destino al Sánchez Pizjuán para medirse con el Sevilla Atlético.

Apenas rebasan diez minutos del mediodía. Paula hace una primera parada. No se baja del automóvil. Las manos anchas sobre el volante. Ágil de movimientos. Delgado e incluso espigado. Coqueto. Se muestra en plena forma física. La suerte le sonríe. En esta mañana de domingo del 11 de marzo de 1979 acaba de recoger al cronista local Manolo Liaño -quien luce una camisa a cuadros ligeramente remangada-. Paula solicitó su compañía la noche anterior. El torero había telefoneado el sábado a las diez -entonces el periodismo era sinónimo de franja nocturna- a la redacción del periódico. Y, por descontado, allí localizó al veterano periodista aporreando con determinación las teclas de su máquina de escribir. La Olivetti de Liaño poseía una musicalidad muy jerezana. Sonaban a compás los puntos y aparte... La máquina de escribir de don Manuel levantaba acta casi diaria de la actualidad de la ciudad. Con caireles de exclusividad. Con bordones de primicias. Con galope de última hora. La Olivetti de Manolo Liaño nunca fue fija discontinua, de suya inasequible al desaliento, como la gimnasia de su alfabeto. Como la musculación de la sensibilidad -como la sintaxis y la morfología- de la crónica siempre aliñada de nombres propios.

Paula y Liaño son viejos conocidos. Confiaban plenamente el uno en el otro. Entre calé y calé no cabe la buenaventura. Nunca cupo. Se admiraban a la recíproca. Ni a través del hilo telefónico ni durante los kilómetros del trayecto Liaño logra que Rafael diga esta boca es mía ni mucho menos desvele -¡revele!- el quid de la cuestión. El de Santiago no dice mu a propósito de su invitación, que para eso -también en estos menesteres- asumía la titularidad de la “música callada” que escribiera -a su gloria y honor- José Bergamín. El cronista local, expectante, respetaba por descontado el top secret de quien -faraón con manoletinas en el redondel del triunfo- únicamente le había solicitado in extremis que este domingo tuviese la gentileza de acompañarle a la finca de Álvaro Domecq Díez. Como a la tercera pregunta no fue la vencida, ya Manolo no indagó más a este respecto. Sobre todo después de captar la frase asertiva del diestro: “Cuando lleguemos a ‘Los Alburejos’ lo sabrá usted”.

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