El balcón
Ignacio Martínez
Mazón, impostor
La ciudad y los días
No es la primera vez que, enfrentándose a una situación enfangada, Pedro Sánchez es recibido con aplausos por los suyos. Sucedió, por ejemplo, en noviembre de 2024. “Sánchez –informaba Onda Cero– es recibido entre aplausos en la Cámara Baja (…) y ovacionado por su partido horas después de que Víctor de Aldama haya tirado de la manta implicando a no pocos ministros y altos cargos del PSOE, así como a la mujer del líder del Ejecutivo, Begoña Gómez”. Bulos, dijeron. Valgan como ejemplo las palabras de Reyes Maroto: “La mentira, el bulo, es lo que lamentablemente estamos viendo también en los tribunales. Cualquiera puede decir algo sin que se le pida que ponga pruebas encima de la mesa, y desde luego lo que van a hacer los señalados es defenderse… Vamos a luchar contra los bulos y la desinformación por la dignidad de las personas señaladas, pero también porque creo que la democracia merece que la respetemos y la protejamos”. Bulos de ayer, realidades de hoy: de Aldama a Koldo, de Koldo a Ábalos, de Ábalos a Cerdán.
Han pasado nueve meses desde aquel noviembre. Un embarazo. El tirón de la manta ha parido. Y el parto es múltiple. Seis días después de que el caso de Paco Salazar –que iba a ser nombrado como adjunto en la secretaría de Organización del PSOE– les estallara en la cara horas antes del Congreso Federal y un día después que la Audiencia Nacional eleve a cinco –malversación, tráfico de influencias, cohecho, prevaricación y organización criminal– los delitos imputados a Pardo de Vera, Sánchez volvió a ser recibido con aplausos por los suyos. La lealtad es una virtud siempre que no ignore los hechos. No implica esa adhesión inquebrantable que exigen los autócratas y dictadores. Y no tiene que ver con la fidelidad perruna a un “puto amo”.
Como la estrategia del PSOE en el lamentable por gritón y faltón Pleno de ayer fue echar mierda sobre el PP y este hizo lo mismo con el PSOE para ganancia de sus rémoras y góbidos [peces que se pegan a otros usándolos como transporte o alimentándose con sus tejidos corruptos] cogobernantes y nacionalistas de derechas o izquierdas, supongo que la mayoría de los ciudadanos no estabulados ideológicamente en las cuadras de unos u otros concluyeron que todos están enmierdados. Y la desafección abona extremismos.
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