LAS restricciones de la libertad y de los derechos de los ciudadanos, atentan directamente contra la democracia.

Los derechos y la libertad de la persona deben ser sagrados para las instituciones, a la vez que son ellas las que deben ser las garantes de los mismos.

En el año 1987 se celebró el primer Gran Premio de Motociclismo de España en el circuito de Jerez, desde entonces se viene celebrando anualmente y se ha convertido en la catedral universal del motociclismo. Esto es indiscutible, y se debe a la gran gestión realizada por la anterior corporación uunicipal. Digo esto para que se entienda que este Gran Premio se ha convertido en una tradición festiva para nuestra ciudad de Jerez.

El Gran premio aporta además de 'caché' y prestigio para nuestra ciudad, una gran afluencia de dinero que,se repartía proporcionalmente entre todos los comercios, tanto hoteles, bares y restaurantes como tiendas, gasolineras, particulares que alquilan sus casas, habitaciones, etc…

Los moteros de Jerez, como de todas partes de España y de muchos países, llegan a esta bendita tierra con la idea de una ciudad abierta y libre donde poder recorrer tanto sus calles como sus establecimientos de manera cómoda y libre, pudiendo ver sus motos desde la terraza donde están sentados.

Existen leyes que son aplicables a todas las personas, y las infracciones de las mismas llevan aparejadas sus respectivas sanciones y es ahí donde entran en juego los agentes de la Ley para hacer que las leyes se cumplan y sean respetadas. No nos oponemos, sino todo lo contrario, a que las sanciones sean aplicadas en todo su rigor, a lo que nos oponemos es que los moteros sean tratados como indeseables por la actuación de unos pocos gamberros e inconsecuentes que creen que pueden hacer lo que les venga en gana. Por ello, las sanciones deberían ser ejemplares, los controles de alcoholemia exhaustivos y los gamberros castigados con el máximo rigor.

Jerez no debe ser una ciudad blindada a un tipo de ciudadanos en concreto, porque nos hallaremos ante una discriminación, cerrando las puertas de nuestra Ciudad a un colectivo internacional que viene a vernos y que se lleva una imagen nefasta de lo que somos. Jerez, a lo largo de su dilatada historia, ha sido reconocida como una gran anfitriona que siempre acoge a sus huéspedes con cariño y dando todo tipo de facilidades, información y ayuda.

A los ciudadanos que no les gustan las motos, les puede gustar la Semana Santa, la Feria, etc, fiestas que a los que no les gustan resultan muy molestas y ruidosas, (se interrumpe el tráfico los ruidos de las bandas de música a altas horas de la mañana), fiestas que duran una semana como mínimo. Pero nadie se queja del ruido porque es una tradición de nuestra tierra, al igual que las motos que se están convirtiendo también en una tradición, pues se viene celebrando en Jerez desde hace 21 años, y su gran ventaja para los que no les gusta es que sólo dura dos días: la tarde-noche del viernes y el sábado anteriores al evento, ya que el domingo se centra todo en el circuito y después del Gran Premio se produce el viaje de retorno a sus puntos de origen.

No seamos fascistas y permitamos a los ciudadanos tanto de Jerez como del resto del mundo disfrutar de nuestra afición sin que coarten nuestras libertades. Nunca en Democracia se ha subyugado a un colectivo para beneficiar los caprichos de la generalidad.

No seamos tan cómodos para cerrar la ciudad a visitantes que nos enriquecen en vez de actuar como buenos anfitriones. Sancionen las infracciones que para eso están los agentes de la Ley no para actuar como porteros de un colectivo (usted es rubio, tiene que aparcar su vehículo y desplazarse andando: usted es pelirrojo: puede pasar con su vehículo y desplazarse libremente).

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