Luz de agosto

Por montera

26 de julio 2025 - 03:07

Nos acercamos a un mes de agosto que siempre tiene algo de retorno a la época escolar, cuando el tiempo nos permitía la vida eterna del verano, cuando parecía que no creceríamos nunca. En tan pocas semanas, con esas treinta y una monedas en forma de jornadas largas y soleadas, se acumulan muchas dudas acerca de lo que nos vamos a encontrar cuando llegue septiembre.

Se acerca agosto con el país en vilo, troceado como un patrón de costurera que previamente hubiese marcado por dónde van los pespuntes, y con los políticos rebuscando en los cajones de sus despachos, a ver si es cierto que tienen las titulaciones que dijeron ameritar. Y también con un dato escandaloso que cruza las décadas y que nos habla de la marcha preocupante del país: el sueldo real en España, en los últimos treinta años, sólo ha crecido un 2,7%, lo cual supone una fotografía dura, digna de todas las portadas, del empobrecimiento generalizado al que nos conduce, según los expertos, la baja productividad de nuestra economía. Sería de esperar que quienes tanto se afanan ahora por hallar un título académico se estuviesen ocupando de este asunto, el gran asunto nacional, entre tantos otros. Pero mucho nos tememos que las uvas de septiembre nos llegarán con lo mismo de siempre, con la crispación, con el abandono de los intereses generales, con España esperando a que se ocupen de ella. España, es decir: los españoles, pacientes pagadores de impuestos.

En otros ámbitos, agosto pasará con la guadaña bien afilada. Nos iremos de vacaciones sabiendo que gran parte de los afectados por lo que está ocurriendo en Gaza no estarán para cuando ocurra ese final del verano. Por desgracia, qué poco nos vamos a equivocar en este sentido. ¿Se irán de vacaciones Trump, Netanyahu, Putin o los europarlamentarios? El pueblo, a veces, descansa más cuando los mandatarios son quienes se toman los días libres que con las vacaciones propias.

Agosto y su luz, en fin, agosto y sus largas reflexiones. Les deseo buenas lecturas, reencuentros felices con los suyos, que todos los melones que calen salgan buenos y que, en el regreso, estemos todos, volviéndonos a leer, con ánimos renovados de hacerlo mejor, de ser mejores, de hacer de este país un lugar más amable para todos.

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