La esquina
José Aguilar
Las pelotas de Bildu
Gafas de cerca
En la película El buscavidas, el color del dinero -expresión ésta con la que se tituló su remake- es verde: es el color de todos los dólares que pudieran apostarse el Gordo de Minnesota y Eddie Relámpago Felson en una partida de billar. Para un español talludito, los billetes son verdes: el billete de mil pesetas era la madre de todos los billetes. Llamamos oro verde al producto estrella de nuestra dieta, el aceite de oliva, en el que Andalucía es la incuestionable líder productora mundial. Ahora el dinero de los inversores busca otro bien del color de la esperanza, aunque es más bien un vegetal que provoca morados, en cierta acepción del color púrpura: hablamos de la marihuana. Hace poco estuve paseando por un barrio popular de una capital andaluza y me sorprendió el olor a esa hierba por las calles de buena mañana: no se trataba del típico olor de humo denso de los cigarritos de la risa, sino que en muchos balcones de ese vecindario -según supe rápido; uno es de natural curioso, que es la versión científica del alcahuete- eran plantaciones de marihuana. Y no para consumo propio: para su venta. Hace apenas dos décadas, en este país los aficionados al tema que te quema no consumían la hierba del cannabis, sino su elaboración condensada en mantecados llamados chinas de grifa o hachís, cuyo productor líder mundial, por cierto, está al otro lado del Estrecho.
Hemos confirmado esta semana que el dinero está loco por invertir en marihuana: la llaman la Apple del futuro por sus excelentes perspectivas. Su eclosión deja en pañales a la media bursátil;su rentabilidad está por encima de la de Amazon. La despenalización en territorios de Estados Unidos y Canadá no ya de su consumo, sino de su producción y venta, y no sólo para fines terapéuticos, sino también por el gusto de ponerse achispadito y reírse por todo, tiene mucho que ver con esta posible burbuja. Los brotes no pueden ser más verdes. Y el dinero cambia de chaqueta y del color de la misma todo lo que haga falta. Hay inversores que no hacen distingos en función de la naturaleza del producto: si es rentable, lo mismo le da al fondo apostar por rifles que por equipos de fútbol o por el ingrediente de los joints, como es el caso. ¿Quiénes han corrido a posicionarse en este negocio? Las compañías cerveceras, por ejemplo. Recuerda al interés de las automovilísticas y las petroleras por manejar el tempo de la migración al coche eléctrico. Puede que estemos asistiendo a un cambio de vicio global. Si bebes, no fumes porros. Y viceversa.
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