
Alto y claro
José Antonio Carrizosa
¿Nos lavamos más las manos?
Jerez Íntimo
Fue un bendito del cielo. Un hombre de mayúscula categoría personal. Bueno, como el pan nuestro de cada día. Empático, generoso y solidario a espuertas. Por lo común su mano derecha jamás supo cuanto, en aras del prójimo, hizo la izquierda. Ni viceversa. Inteligente, fraternal, dotado de un talento superlativo para el quehacer empresarial. Quiso a Jerez irrefrenablemente. Jamás nadie le atisbó un asomo de maldad. Destacó en tantos sectores como ni siquiera llegaríamos a imaginar. Hizo sociedad, construyó ciudad. Hablo de Ramón Guerrero González, de continuo con el merecido -por méritos propios- don por delante. Un apóstol del Señor. Un empresario cum laude. Un consejero sin precio. Quienes conocieron de cerca a don Ramón, lo saben, como la vivencia del amor en el celebérrimo poema de Lope de Vega. Pues bien, para honrar su memoria y mantenerla viva sobre todo de cara las nuevas generaciones, se ha creado una comisión denominada ‘Ramón Guerrero In memoriam’ que, al margen de otras iniciativas puntuales ya elevadas a nuestra alcaldesa María José García-Pelayo -quien, conocedora al dedillo y por experiencia personal directa, de la valía y el legado de Ramón Guerrero, ha apoyado y animado incondicionalmente esta buena nueva-, organizará anualmente una serie de convocatorias sociales y culturales de distinto género y formato.
La comisión está integrada por el presidente del Consejo Asesor de Diario de Jerez Manuel Guerrero Pemán, Victoria González Gordon, Felipe Morenés Giles, Pablo Guerrero Pemán, Antonio León Bohorquez, Pilar Chico López, Iván Rodríguez Hernández y Marco Antonio Velo García (quien suscribe). Este grupo, que ha formado una piña de cariño y unidad de criterios (la amistad viene de larga data), trabajará por la ciudad desde amplios y plurales prismas. Recordemos, al son de un dictado asertivo y lineal, quiérase más redaccional, periodístico, enumerativo, algunos apuntes por suelto de la biografía de don Ramón: estuvo casado con María del Dulce Nombre (Maruchi) Pemán Domecq, hija del escritor José María Pemán, con quien mantuvo una estrechísima relación. Fruto del matrimonio, Maruchi le dio nueve hijos (Manolo, Ramón, Pedro, José María, Esmeralda, Juan, Ángela de la Cruz, Mercedes y Pablo) y tenía 32 nietos y tres biznietos. Ramón era uno de los cinco hijos que tuvo el matrimonio Manuel Guerrero Lozano y Dolores González-Gordon: Pedro, María de los Dolores, Manuel, Ramón y María de las Mercedes.
Profesor mercantil, Ramón Guerrero fue Medalla al Mérito Agrícola, cónsul honorario de Bolivia en Jerez, Chevalier du Tastevin-condecoración concedida por el gobierno galo-, agente comercial y, por su profunda religiosidad, fundador de las hermandades del Amor y Sacrificio y las Cinco Llagas, además de otras muchas responsabilidades. Fue también consejero de la cadena hotelera de Meliá -levantó el hotel Meliá Caballo Blanco, en Valdelagrana- y presidente del consejo de administración de Hoteles Agrupados SA (Hotasa). Dio -de manera directa e indirecta- muchos puestos de trabajo. Aportó, sin pedir nada a cambio, en beneficio de escuelas para niños desfavorecidos. Ramón destacó como relaciones públicas en bien de la ciudad. No en vano, fundó, casi se podría decir que a pulso, la Hermandad de Donantes de Jerez. Su lista de contactos llegaba a todos. Fue Ramón, precisamente, quien -siendo consejero de la compañía Aviaco- logró poner en marcha el primer vuelo Jerez-Madrid y convencer a sus dirigentes para que continuaran con este servicio y se asentaran en el antiguo aeródromo de La Parra.
En la década de los sesenta, por exclusivas gestiones de Ramón, vinieron a Jerez los famosos caballos de la Escuela Española de Equitación de Viena, que ofreció dos espectáculos de doma de alta escuela durante las dos semanas que permanecieron en la ciudad. En agradecimiento al trato recibido, la Escuela envió a Ramón dos yeguas paridas y un semental, todos de raza Lipizziana como regalo del gobierno austríaco. Continuando con el ejemplo y labor de su padre, los hermanos Manuel y Ramón prosiguieron con la actividad agrícola y ganadera, ya que su hermano Pedro -fallecido en 1973 tras un trágico accidente de tráfico en Sevilla- ingresó en el seminario de los jesuitas de El Puerto: un santo camino de los altares. Los hermanos Guerrero cuidaron en 'La Mariscala' la cría caballar, llegando a contar con 400 yeguas de vientre, recibiendo numerosos reconocimientos por esta actividad.
La familia Guerrero había mantenido durante generaciones su pasión por la ganadería equina y la cría de caballos y se dice que, ya en el siglo XIX, los Guerrero-Hermanos fueron los ganaderos criadores de caballos de raza española más importantes del mundo, sin olvidar la traída a Jerez de los caballos ingleses 'Hackney', magníficos corceles de tiro, caballos de pura raza inglesa para las carreras y extraordinarios cruzados para obtener equinos que sirvieran para el trabajo en el campo. Tampoco descuidaron su negocio vinatero, con las bodegas Guerrero, ubicadas en la carretera de Cartuja y ya desaparecidas. Ramón destacaba por ser una persona muy religiosa, que perteneció a la congregación de los Luises. No podemos obviar su enorme contribución al nacimiento de la Hermandad de Donantes de Sangre de Jerez -de la que fue su primer presidente-, alrededor de 1974, en colaboración muy estrecha con el reconocido hematólogo Ángel León y el periodista Andrés Luis Cañadas Machado. La muerte le sobrevino por causas naturales a los 88 años.
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