Un 8-M muy necesario

La tentación este año es centrarnos en otros ámbitos, pero el feminismo también requiere reflexión

No me gusta rehuir debates políticos con el "y tú más" ni con el "hay cosas más urgentes" ni con "la economía es lo que importa" ni con el "con la que está cayendo…" por mucho que el otro más, que la economía importe, que haya cosas más perentorias y que caigan chuzos de punta. Ahora mismo, entre la guerra de Ucrania, el precio de la energía, las secuelas de la pandemia y la desorientación de Sánchez, no parece que el feminismo sea uno de los temas más candentes. La igualdad de derechos entre hombres y mujeres está felizmente blindada desde 1978 en el artículo 14 de la Constitución.

Sin embargo, ya que el feminismo da al 8-M relevancia de jornada nacional y oficial, en vez de escurrir el bulto, aprovechemos la ocasión para tratar cuestiones vitales. Sin ir más lejos, dentro del feminismo hay debates muy vivos. El encaje de la transexualidad en la defensa de las mujeres es uno. Tiene derivadas inquietantes, como se ve en el mundo deportivo, donde el baile de medallas y récords es palmario. Una nueva defensa de la mujer se impone. Otro debate más soterrado sigue siendo el de las cuotas. El efecto rebote que tienen para el reconocimiento del mérito de las propias mujeres es muy dañino. Arroja un injusto velo de sospecha, que puede ser hoy la discriminación indirecta más real. Luego, hay feministas que reniegan de la imposición del lenguaje de género con buenas razones, no sólo gramaticales, sino también reivindicativas (véase a Carme Junyent).

Más allá, hay otros temas. ¿Estamos ante una invisibilización de los problemas masculinos? No hay un 8-M para los hombres ni por simetría. ¿No tienen problemas propios los chicos en la educación? ¿Y los hombres, con los índices de accidentes laborales y el porcentaje de suicidios? Hay un feminismo que aspira al monopolio del victimismo, transmitiendo una imagen de insensibilidad. Un feminismo rectamente entendido tendría que reaccionar contra esta ceguera asimétrica.

¿Sigue siendo el feminismo una causa transversal o está parasitado ideológicamente?; es otra pregunta inexcusable, sobre todo para las feministas de buena fe, que son las más. La existencia del aborto por causa del sexo del feto es una práctica habitual en muchos países. No hay discriminación más absoluta de la mujer, y nadie dice ni mu.

La actualidad está muy mal; pero este día invita a una reflexión sobre el feminismo, y no debemos desaprovecharla, porque urge.

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