¿Por qué no te callas?

31 de octubre 2025 - 03:05

Arias Navarro quiso secuestrar el número de Cambio 16 con la portada de “Un rey en Nueva York”, terminaba ayer. Pero la suerte estaba echada. El Rey tenía el apoyo de Estados Unidos. Intervino Kissinger. Hubo división en el Gobierno. El ministro de Información y Turismo amenazó con dimitir. La revista no se secuestró. Tres semanas después el Rey le pidió la dimisión a Arias Navarro y nombró a Suárez, siempre con el apoyo de la Casa Blanca y la bendición editorial de The New York Times: “Uno de los resultados más probables de la designación de Adolfo Suárez será la aceleración del ritmo de la liberalización en la España pos franquista. Suárez es un firme partidario de la monarquía y, pese a sus nexos con el Movimiento, se le considera dispuesto a abrir la vía política de España a los miembros de la oposición, incluso a los izquierdistas”. Así fue. El 10 de febrero de 1977 se legalizó el PSOE, en abril el PCE, el 15 de junio se celebraron las primeras elecciones desde 1936 y se abrió el período constituyente.

De aquel número de Cambio 16 a la entrevista en Le Figaro y la publicación de sus memorias –del rey en Nueva York al emérito en Abu Dabi– va el orto y el ocaso de Juan Carlos I. La importancia histórica de lo que representó no queda borrada por sus muchos y torpes errores posteriores públicos y privados. La historia valorará lo que representó e hizo sobre todo entre el 20 de noviembre de 1975 y el 23 de febrero de 1981. Años en los que los mayores enemigos de la naciente democracia no solo fueron el búnker, los asesinos de la matanza de Atocha o los golpistas (“No hubo un golpe, sino tres. El golpe de Tejero, el de Armada y el de los cargos electos cercanos al franquismo” dijo a Le Figaro). Lo fue, sobre todo, el terrorismo vasco que en esos seis años cruciales asesinó a 305 personas para desestabilizar el país provocando una reacción del ejército.

Lo que dañó fue su retrato de cuerpo entero –¡que mal final de reinado tras tan buen principio!– y la institución. Que ha logrado recuperarse gracias a la inteligencia de Felipe VI, imagen de dignidad en tiempos indignos como se vio en la visita a Paiporta y se ha visto en el funeral. El mejor servicio que Juan Carlos I podría prestar a España y a su hijo es aplicarse lo que le dijo a Hugo Chávez.

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