Alto y claro

José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

11-S: un nuevo siglo

Aquel día empezó un nuevo mundo en el que se demostró que los pilares más sólidos del sistema se podían derrumbar

El nuevo siglo empezó hará este sábado veinte años, cuando un oscuro grupo terrorista alentado ideológicamente y financiado por las teocracias de Oriente Medio puso de rodillas y al borde del colapso a la orgullosa potencia que acababa de ganar la Guerra Fría y que se había constituido, por derecho propio, en el único poder mundial digno de ese nombre. Los atentados del 11 de septiembre de 2001 fueron los más graves que han ocurrido a lo largo de la historia, pero son decisivos porque hicieron saltar por los aires el orden mundial tal y como se había constituido a lo largo del siglo XX. Estados Unidos demostró debilidades, tanto el desarrollo de aquella jornada aciaga, como en la posterior investigación de los hechos y en la respuesta militar que siguió en Afganistán e Iraq que demostraron que era un gigante con pies de barro. Aquel día empezó, aunque entonces nadie lo proclamara abiertamente, un nuevo mundo en el que se demostró que valores que hasta entonces se consideraban los pilares que sostenían el sistema político, económico y social podían derrumbarse. Exactamente igual que se derrumbaron, una detrás de otra, las torres que se alzaban orgullosa al sur de Manhattan como símbolo de un capitalismo que acababa de ganarle al comunismo la gran batalla del siglo XX.

Las consecuencias fueron de todo tipo. Pero quizás las más significativas desde un punto de vista geoestratégico fue que Estados Unidos se replegó sobre sí mismo y que nuevos actores como China y Rusia empezaron a jugar un papel cada vez más activo y a disputarle a Washington todas las parcelas de influencia. La presidencia de Donald Trump es el paradigma de esta nueva forma de Estados Unidos de estar en el mundo. En el orden económico una multiplicidad de factores, desde los tecnológicos a los puramente especulativos, han provocado escenarios de crisis diversas que tuvieron su epicentro en la debacle financiera de 2008.

Aquel martes en el que todo el mundo recuerda dónde estaba y qué hacía cuando vio las primeras imágenes que, a la hora del telediario en España, llegaban desde Nueva York empezaron muchas cosas y quizás, con la perspectiva que dan estas dos décadas, ninguna ha venido a mejorar la situación del planeta y de sus habitantes. Con los atentados del 11-S empezó un nuevo siglo. Se abrieron un montón de incertidumbres la mayor parte de las cuales continúan abiertas a estas alturas. Y ninguna de ellas, y esto es lo peor de las dos primeras décadas del XXI, invitan al optimismo.

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