Las columnas del taller

Ángeles Bueno Trujillo

La ojeadora

31 de mayo 2014 - 01:00

Carmen Maura no aguanta más en 'Dios mío, qué he hecho yo para merecer esto'. Su vida es soez, hasta que, en el metro y medio de cocina, rebosante de Forlady, propina a su marido un golpe seco con el hueso de la pata de jamón de Navidad, y lo mata. El policía no encuentra el arma del delito por ninguna parte mientras Carmen Maura hace con el hueso del jamón un puchero en la olla exprés.

Al ver la película de Almodóvar los críticos de cine dijeron: "¡Qué idea!".

Y les digo que esa idea es "déjà vu".

En uno de los episodios de la miniserie de televisión, "Alfred Hitchcock presenta…", la protagonista, una americana rubia y moderna con cara de no romper un plato, mata a su marido con una pata de cordero. Durante el interrogatorio, la estilosa asesina de los años sesenta guisa la pata en un horno de sobremesa de los que no se veían por España, y se la da fileteada a los detectives de sombrero y gabardina que abarrotan su moderno apartamento. "¡Qué rica!". Se la comen delante del retrato de tiza del cadáver.

Almodóvar sustrae la idea. Quita el toque glamuroso de las pelis del cine negro. Y sin faltarle el toque depravado, nos hace lo ajeno tan familiar como las flores de plástico de los blancos nichos de los cementerios.

Cuando Carmen Maura, morena, estropeada, y de vida cutre, se libra de su marido y de la cárcel, igual que la guapa americana, Almodóvar definitivamente hace suya la idea de Hitchcock.

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