Tribuna Libre

Manuel Barcell

Pepe Rodríguez Carrión, un Rey Mago entre las estrellas

Pepe Rodríguez Carrión, en la presentación de los Reyes Magos de Jerez 1999 en González Byass.

Pepe Rodríguez Carrión, en la presentación de los Reyes Magos de Jerez 1999 en González Byass. / Archivo Manuel Barcell

Mucho se ha escrito o hablado estos días sobre José Rodríguez Carrión. En el caso de Pepe todas las loas han sido más que merecidas. Yo voy a comentar brevemente dos de ellas y a desarrollar una faceta poco conocida de él.

El amor a Jerez de Pepe está fuera de toda duda. Desde su faceta de académico y de munícipe su labor incansable por sacar a Jerez adelante fue siempre encomiable. En sus jornadas el final del día parecía no llegar nunca por su esforzada labor. Es de resaltar el hecho de reivindicar el nombre de Alvar Núñez Cabeza de Vaca, quizás el jerezano más universal de todos. Aunque ahí yo siempre le decía a Pepe que su monumento, en la calle Ancha, debería de estar en un lugar más prominente de Jerez y que como descubridor de las Cataratas de Iguazú, en el Mamelón se podría hacer un monumento al agua con su estatua allí colocada. La verdad que no me hizo mucho caso.

Otro aspecto destacable de su personalidad era su lealtad, lealtad a sus ideas, a sus aficiones y a sus amigos a los que no abandonó nunca, como por ejemplo a su Cristo de la Viga.

Pero hay una faceta poco conocida de Pepe y es su amor a la Monarquía. Bueno, matizando: a los Reyes Magos. Corría una noche de noviembre del año 1998 cuando al teléfono suena la voz de Pepe: “Quillo, que el Ayuntamiento y la Asociación de Reyes Magos quieren proponerte para Rey Mago de este año”. Me quedé de piedra y contesté afirmativamente. Tuve la inmensa suerte de compartir ser Rey Mago con dos jerezanos inolvidables, Antonio Páez Lobato (Melchor) y Antonio Rodríguez Álvarez (Gaspar), dos personas irrepetibles y que habían luchado por Jerez como auténticos leones. Con cien personas como ellos se habría levantado Jerez.

Hay tres hitos importantes en el protocolo del reinado de los Reyes Magos de Jerez: la presentación de los mismos, la cena benéfica y la cabalgata propiamente dicha. En aquel año, la presentación se hizo en las bodegas Gonzalez Byass y en un momento determinado, Pepe se acerca y me dice al oído (pongan aquí algunos de los vocablos más utilizados por Pepe): “Yo quiero ir en la carroza del Rey Baltasar”. Le contesté que por supuesto y así empezó nuestra aventura conjunta. Hay que considerar que el Ayuntamiento tenía entonces un interés muy especial por que el reinado de los Reyes Magos fuera un hecho resaltable en el panorama festivo de la ciudad. Desde el alcalde Pedro Pacheco hasta el último trabajador municipal se esforzaban para que el resultado fuera el que es, un acontecimiento único en el devenir anual de la ciudad.

Para colmo, Pepe era entonces concejal de Fiestas, con lo cual estaba participando de lleno en el acontecimiento desde el primer día. Quiero recordar aquí a Antonio Robles, jefe de Fiestas quien con rigor y organización nos acompañó a los Reyes Magos durante todo el reinado.

Enseguida nos dimos cuenta de lo importante que era ser Rey Mago en Jerez y la aceptación y acogida que teníamos en todos los estamentos de la ciudad. Pepe Arcas, presidente de la Asociación de Reyes Magos, decía que ser Rey Mago en Jerez es muy importante porque sólo hay 300 en un siglo. Por cierto, José Rodríguez Carrión era de las personas que más merecía haber sido Rey Mago. Supongo que habrá estado en muchas de las quinielas pero que dada su juventud, se pensaría en su nombramiento para más adelante.

En todas las reuniones preparatorias, y fueron muchas, de la cabalgata, Carrión participaba con la ilusión de un niño. En dichas reuniones repasábamos todos los momentos de la cabalgata y, como éramos negros, todo el mundo se buscó un jersey de cuello alto y unos guantes largos tipo Gilda. Convenimos que durante el recorrido deberíamos de parecer a los niños de Jerez como auténticos pajes de un Rey Mago y que, por supuesto, aquellas leyendas de que los Reyes bebían vino de las teteras de las carrozas quedaban completamente descartadas de nuestro cortejo y, como Pepe era alto y representaba la autoridad municipal, quedó encargado de que en nuestro cortejo no hubiera ni una gota de alcohol. Recuerdo la ilusión de Pepe cuando Pepe Castaño, otro personaje inolvidable en la historia de los Reyes Magos de Jerez y autor además de un libro al respecto, nos maquilló a conciencia a los dos; tanto, que dos días después Pepe Carrión me llamó para decirme que no se le quitaba el maquillaje de los párpados y que parecía un hindú. Cosa que por cierto era verdad.

La cabalgata salía en aquellos tiempos de Viguetas Castilla y nada más abrirse las puertas la emoción de ver a aquella muchedumbre esperando a los Reyes nos emocionó a todos profundamente. Pepe llevaba un anillo, baratija claro, en cada dedo y al llegar a Santiago no le quedaba ninguno. Arrojaba caramelos y al mismo tiempo los adornos de sus dedos. La cabalgata transcurrió en un tiempo récord y tras la Adoración en el Belén de Santo Domingo, los Reyes visitaron en primer lugar el Asilo de San José. Allí las monjitas nos obsequiaron con un estimulante caldo y pudimos tomar las primeras copas de oloroso. Allí Pepe se me acercó con sonrisa pícara y me confesó que él llevaba una pequeña petaquita con dos copas de amontillado que le habían servido para soportar las emociones del momento. Le dije: “Pepe, he metido el zorro en el gallinero. ¡Buen provecho!”

Del Asilo la comitiva se encaminó al Hogar de los Dolores en la calle Francos, donde las monjitas, unas religiosas realmente abnegadas, nos esperaban para entregarles el regalo a las residentes. El acto fue realmente emotivo y ahí vi a Melchor y a Pepe realmente emocionarse. Seguidamente nos trasladamos a Upace para entregar regalos a los niños que nos esperaban y terminamos en la Hermanitas de los Pobres para entregar regalos a los ancianos allí acogidos. Con este acto terminaba el recorrido oficial de sus majestades y desde allí nos trasladamos al Restaurante ‘El Bosque’ donde Gaspar en un precioso salón iluminado por dos reconfortantes chimeneas había preparado una magnífica cena para todos los participantes en la Cabalgata. En ese lugar un emocionado Pepe me confesó que estaba siendo uno de los días más felices de su vida.

Todos habíamos acordado que al amanecer nadie permanecería en la calle para que ningún niño perdiera la ilusión de vernos a plena luz del día. Entonces a Pepe, a las 5 de la madrugada, se le ocurrió culminar la jornada llevándole a unos niños los regalos personalmente junto a los pocos miembros que ya quedaban de los séquitos reales.

Para comprender bien la historia habría que remontarse al 20 de diciembre de 1998, cuando se recibe una carta en la cual se dice textualmente lo siguiente (copio sin poner punto y coma): “Majestades, solo queremos que ustedes nos hagan pasa un momento de ilusión los reyes que pedimos, es reyes a nuestras edades.- pero hante todo una manta para cada unos, porque aquí en mi casa hace mucho frio. El año pasado los reyes que nos pusieron fueron usados, y nos hizo de mucha ilusión, pero por favor no se olviden de las mantas. En espera de mira al sielo, para ver pasa las Estrellas de la ilusión. Gracias”.

Ante el dramatismo de la carta, Pepe investigó y nos informó que la carta hacía honor a una realidad. Sin pensarlo mucho, en el mismo día de Navidad llevamos las mantas y una magnífica cesta que Gaspar había preparado para la ocasión. Entregamos todo, haciéndonos pasar por enviados reales, y le dijimos a los niños que escribieran la carta a los Reyes. Tomamos nota, adquirimos la larga lista de peticiones y las guardamos. Retomo aquí la historia porque a esa hora de la madrugada decidimos llevarles los juguetes a los niños. Cantando “Ya vienen los Reyes Magos” despertamos a todos los vecinos y la ilusión de aquellos niños al vernos llegar fue indescriptible. Cuando nos marchábamos, la más pequeña de los hermanos nos llamó: “Reyes Magos, aquí tenéis pajita para que coman los camellos”. De nuevo más llantos emocionados y unas sensaciones que hoy en día, aún, ninguno hemos olvidado.

Pasada la cabalgata quedaba la labor de llevar regalos y donativos a las personas y entidades que nos lo habían solicitado. Los tres Reyes Magos quedábamos por la tarde a las puertas del Casino Jerezano, en aquel entonces en la Rotonda de los Casinos, y de ahí partíamos para intentar entregar los talones que nos habían solicitado. Y más de una tarde nos cruzábamos por la calle Larga con Pepe Carrión que le decía a Melchor: “Páez, ¿cuando termináis de entregar el dinero?” Y Antonio le contestaba: “Pepe, es más difícil entregar el dinero que conseguirlo, nunca encontramos a los que nos lo han pedido”, aludiendo a que tantas asociaciones llevadas por voluntarios no siempre estaban presentes en el momento en que nos acercábamos.

Pepe ya no está con nosotros. Su gran corazón se lo ha llevado directamente al cielo. Seguro que allí sigue 'pinchando' un poco a Melchor bajo la prudente mirada de Gaspar, por la torpeza manifiesta en entregar los donativos.

Gracias, Pepe, y qué suerte hemos tenido tus amigos y tu familia de disfrutarte. Ahora ya eres un verdadero Rey Mago entre las estrellas.

Este lunes 28 de septiembre, a las ocho de la tarde, se celebrará en la Catedral una misa en recuerdo de José Rodríguez Carrión.

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