Un ejemplar en San Benito.

Da lo mismo su denominación, porque lo cierto es que es uno de los árboles más hermosos que nos regala la Naturaleza y en el momento justo en que da comienzo la primavera. Sus flores de colores rosa-lila-púrpura-carmesí y a veces hasta blancas, que aparecen arracimadas, cubriendo incluso los troncos, son un espectáculo a partir de mediados de marzo, algo que desde luego, enamora a cualquiera. Y más en esas fechas, cuando el corazón siempre late más deprisa.

Por ello a estos “Cercis siliquastrum” se les llaman en medio mundo “árbol del amor”, o “ciclamor”, pareciendo indicar el inicio del periodo del amor, de la vida animal y vegetal. Pero la curiosidad es que, por contraste, en otra media parte del orbe se les llamen con algo tan opuesto como: “el árbol de judas” y dicen que es porque en un ejemplar de esta especie se ahorcó el mismísimo Judas Iscariote, después de traicionar a su Maestro y que por ello “se tuercen siempre”.

La realidad de esta confusión proviene de que estos bellos ejemplares son originarios de la Judea y que su madera es muy blanda, por lo que son ideales para ser colocados adornando el rincón de un bonito jardín, pero no en calles o lugares abiertos, como han sido plantados recientemente en la Plaza de Belén. Aún así, en Jerez hay bellísimos y monumentales ejemplares de estos árboles del amor en muchos de los más de 60 parques con los que contamos en nuestro término municipal, en variados jardines privados y en algunas calles, como la avenida Rafa Verdú, junto al estadio Chapín, que en esta época parece un decorado de tarjeta postal. Un verdadero privilegio pasear primorosamente por allí en estas fechas, seguro que te enamoras de su color fucsia y también de la vida. Hay, igualmente, varios e interesantes ejemplares blancos en Los Villares y Parque San Ginés de la Jara, patrón de los vinateros jerezanos.