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Entre las contribuciones mayores a la historia de la música del siglo XX está el Great American Songbook, el conjunto de canciones compuestas entre principios de siglo y los años 50 para las editoras de partituras de Tin Pan Alley, los teatros de Broadway y las películas de Hollywood por una asombrosa constelación de genios llamados Irving Berlin, George Gershwin, Cole Porter, Jerome Kern, Vincent Youmans, Victor Young, Nacio Herb Brown, Harry Warren, Hoagy Carmichael, Harold Arlen, Johnny Mercer, Richard Rodgers, Arthur Schwartz, Frederick Loewe, Vernon Duke o Leonard Bernstein, a los que siguieron otros genios como Henry Mancini, Johnny Mandel, Jerry Herman, Jule Styne, Cy Coleman o Burt Bacharach. La revolución se produjo en los años 20, cuando la canción popular tomó elementos del jazz, y alcanzó su esplendor a partir de los años 40, cuando los cantantes de las orquestas se independizaron como solistas –los crooners y las grandes vocalistas– y de los 50, cuando a ellos se sumaron los más grandes jazzistas llevándose aquellas canciones a su terreno.
Tony Bennet, que nos ha dejado a los 96 años, los cantó a todos como miembro del trío de oro de crooners: Crosby, Sinatra y él, citados por orden de aparición. Bing Crosby se independizó como solista en 1931, Sinatra en 1942 y Bennett fue solista desde el principio, cuando fue descubierto por la gran Pearl Bailey a finales de los años 40 y lanzado en 1950 por Bob Hope, quien además de cambiarle su nombre real, Anthony Benedetto por Tony Bennet, lo presentó a la Columbia en la que grabó su primer éxito –Because of You– en 1951, a la que siguieron Stranger in Paradise, Blue Velvet o los álbumes jazzísticos con Count Basie que lo convirtieron en un ídolo en los años 50 y los primeros 60. Vino después una lenta caída con serios problemas con las drogas –lo que no le impidió grabar dos álbumes extraordinarios con Bill Evans– para resucitar en los 80 y volver a la gloria durante los siguientes 40 años de su larga carrera, reconocido como el último King Crooner, más jazzista y más abierto a nuevas experiencias como sus dos álbumes con Lady Gaga grabados cuando contaba 88 y 94 años.
A reflexionar hoy, sí… Pero con Tony Bennett, que ha hecho y seguirá haciendo nuestras vidas más inteligente y elegantemente agradables. Falta nos hace, sufrida una campaña no marcada precisamente por la inteligencia y la elegancia.
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