Una mala costumbre española es echar las culpas a los demás. La Junta de Andalucía socialista hizo así oposición a los gobiernos de Aznar y Rajoy. Y ahora Moreno&Bendodo aplican el mismo manual contra Sánchez. Pasa igual con la Unión Europea. Cualquier puente, autopista, aeropuerto, curso de formación, reestructuración pesquera, plan de desarrollo rural o simple rotonda es siempre mérito del concejal, alcalde, consejero, presidente autonómico, ministro o jefe de Gobierno de turno. Aunque se haga con fondos europeos. Hasta las ayudas de la PAC figuran en el presupuesto de la Junta. Incluso el anuncio de Antonio Banderas para promocionar el turismo andaluz tiene financiación comunitaria; pero lo ponen tan pequeño que casi no se ve.

La medalla es para el político local y las culpas para la burocracia de Bruselas. Joan Majó, que era ministro de Industria de Felipe González en el 86, contaba una anécdota que ilustra cómo se toman las decisiones en la UE. En uno de los primeros Consejos del ramo tras la adhesión española hubo una decisión delicada. Todos los ministros dijeron que había que aprobar aquella importante medida, pero no podían decir en sus países que la habían aceptado, porque era impopular. El presidente de turno, con astuto pragmatismo británico, constató que había unanimidad a favor. Y todos los ministros en sus ruedas de prensa dijeron que se había aprobado con su voto en contra.

Ahora se descalifica a los países que quieren reducir o condicionar las ayudas para la reconstrucción económica y social. Se les llama halcones o xenófobos, mientras se negocian las cantidades, se decide entre subvenciones o préstamos y se reparte entre países. El vicepresidente español los llama directamente extrema derecha. Un desatino, porque Suecia, Dinamarca y Finlandia tienen primeros ministros socialdemócratas, Holanda liberal y Austria demócrata cristiano. Por el contrario dos de los aliados circunstanciales de España en este pulso presupuestario, Polonia y Hungría, tienen gobiernos xenófobos y ultraconservadores. Pura incoherencia.

Los grandes compromisos en la Europa unida se hacen desde el respeto a las posiciones de todos, no desde el insulto. El Ecofin ya aprobó préstamos por valor de 540.000 millones de la Comisión, el BEI y el Fondo de rescate. Y hay un paquete sobre la mesa del Consejo Europeo de alrededor de dos billones de euros entre la ayuda extraordinaria por la crisis y el presupuesto ordinario para el período 21-27. Europa hace sus deberes y avanza desde el consenso. Por cierto, Felipe González fue un gran presidente y es un gran europeísta. Ahora es acosado por todos los partidos que llevaron a Sánchez a La Moncloa. Para el populismo izquierdista, los informes de la CIA pueden ser un odioso instrumento del imperialismo cuando hablan de Venezuela o Cuba, pero se convierten en la Biblia si acusan a un presidente español. Otro despropósito.

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