Quousque tamdem

Luis Chacón

luisgchaconmartin@gmail.com

El subibaja impositivo

El impuesto es un medio. Nunca un fin. Lo que debe preocuparnos es el destino de los recursos detraídos

Los impuestos -una de las dos únicas cosas ciertas en la vida junto con la muerte, en acertada frase de Benjamin Franklin- centran de nuevo el debate político. Para unos, la solución a todo es bajarlos y para otros, la panacea está en subirlos. Realmente no hay debate. No hay interés en contraponer ideas y los argumentos se reducen a meros lemas electorales. Entre ellos: "donde mejor está el dinero del contribuyente es en su bolsillo" frente a "sin impuestos no hay servicios públicos". El tour de force intelectual eleva la carga del mensaje a "el impuesto es un robo" y "quieren eliminar la sanidad", por ejemplo.

Subir o bajar impuestos no es una ideología, ni un modelo de gestión, ni un programa político. Ni siquiera es un planteamiento racional. El impuesto es un medio. Nunca un fin. Lo que debe preocupar al ciudadano es el destino de los recursos detraídos. ¿Subir impuestos mejorará los servicios? ¿Aparecerán otros nuevos? ¿O la maquinaria estatal absorberá el dinero sin ofrecer nada a cambio? Y a contrario sensu, ¿desaparecerá algún servicio si se reducen los ingresos del estado? ¿O vamos a endeudarnos para mantenerlos? Y ahí, volvemos a las generalidades: recortar el sueldo de los políticos y, sobre todo, cerrar chiringuitos. Algo esto último que, siendo exigible, no da ni para chocolate del loro. Salvo que el loro esté esmirriado.

"No tax without representation" es el principio básico de la democracia liberal. Los ciudadanos elegimos a nuestros representantes para que aprueben y ejecuten el presupuesto anual que es la función principal de un gobierno. Gobernar es decidir de quién, por qué, dónde, cómo y cuándo se obtendrán los recursos económicos necesarios y por qué, cómo, dónde, cuándo y a qué van a dedicarse. Amén de ser eficientes en la gestión de lo que es de todos. La honradez se supone. Y si no, se exige en los tribunales. Un gobierno sin presupuesto es un fantasma. A nadie le gusta pagar impuestos, pero todos exigimos educación de calidad, sanidad puntera, plena seguridad en las calles, justicia eficiente, infraestructuras, transporte público eficaz y, por supuesto, pensiones dignas. El debate, por tanto, nunca estará en subir o bajar impuestos sino en establecer el equilibrio entre lo que deseamos los ciudadanos y cuánto estamos dispuestos a pagar por ello. Pero igual eso exige una madurez social y política de la que carecemos. Y por eso seguimos con el subibaja.

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