Jerez íntimo
Marco Antonio Velo
Jerez, 1964: la Academia, Pilar Paz Pasamar, Manuel Lora Tamayo y Antonio Añoveros
ENRIQUE Santos Discépolo allá por 1934 describió el mundo de manera oscura, pesimista, pero desgraciadamente de una forma fiel y veraz, a través de la letra de su famoso tango ‘Cambalache’.
“Que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé
En el quinientos diez, y en el dos mil también
Que siempre ha habido chorros, maquiavelos y estafaos
Contentos y amargaos, valores y dobles”
La previa del Real Madrid-Barça es al fútbol lo que Cambalache al tango, una porquería que se termina calentando con declaraciones de unos y otros. Unos porque son tan estultos que solo se dejan llevar, de manera visceral, por el amor incondicional a su club, sus colores y su escudo, pero aún más por el odio visceral al rival, sin importarle la más mínima reflexión futbolística, cegados por su militancia enfermiza.
Otros son menos memos, más maquiavélicos, suben la presión siguiendo un guion preestablecido para generar audiencias y su correspondiente retorno económico, son como sanguijuelas que intentan chupar un poco de sangre, llevarse algunas migajas del pastel en forma de sueldos y de segundos de gloria en el plató ante el micrófono, que luego monetizan hasta el máximo en redes sociales para orgullo de los antes mencionados estultos en forma de reels.
Luego, están los presidentes, directivos y miembros de esa caterva que desde sus púlpitos se empecinan unos años sí y otros más en calentar a sus hordas utilizando dianas fáciles, el árbitro, el entrenador contrario o algún jugador rival y por si todo esto fuera poco, aparecen los propios protagonistas, lo futbolistas que terminan muchas veces echando gasolina al fuego.
Vamos, que parafraseando a Santos Discépolo, todo una porquería, porque al final lo único que tiene sentido, lo bello es el partido. Cuando rueda el balón, ahí está la única verdad. Tras el partido, siempre lo mismo, unos años contentos los blancos, otros los blaugranas y otros ninguno. Los de negro, por supuesto, en el ojo del huracán. El de esta jornada no podía ser diferente, ganó el Madrid, el árbitro no estuvo bien y el Barça desconocido, Vini en su línea de provocador y ahora Lamine Yamal también.
El fútbol se erige en botón de muestra y plasma fehacientemente a nuestra sociedad. Hoy más polarizada y violenta que nunca, donde gobierno y oposición de cualquier administración no son capaces de dialogar, buscar espacios de entendimiento y de construcción. Donde solo interesa el insulto, la negación del contrario y ya de paso, llenarse el bolsillo tanto en blanco, en negro o si hace falta en blaugrana.
Lo peor de todo esto, siguiendo el contagio pesimista de Cambalache, es que esto ha sido así en el quinientos diez, en el dos mil y si antes no nos lo hemos cargado, el mundo seguirá así en el dos mil cien. En fin, todo una porquería. Por acabar en positivo, lo bueno de todo esto es que en el dos mil cien yo no estaré.
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