Cuando trabajar es un cachondeo

LA entrega de los Goya (que ya tiene premio de por sí), es de un casposo que tira de espaldas. Pero es mucho peor lo que pude ver el domingo en España Directo, ese programa de televisión que anuncia que el fin de semana se termina, sin remisión, entre recetas y reporteros cubiertos de nieve.

El desfile de artistas y simples jarrones sin talento, fue como empacharse de frituras congeladas. Porque no sé, entre otras cosas, qué puñetas hacían en la alfombra verde esa, la hermana de Penélope Cruz, ni mucho menos, Mar Saura. ¿Era la fiesta española del cine, aunque sea malo, o un pase de modelos con un montón de gente que no ha hecho una película ni mala ni buena en su vida?

Para colmo, tuvimos que aguantar a las dos señoritas que hacían las entrevistas como si estuvieran cubriendo el evento para una televisión de una comunidad de vecinos, y no para TVE. No es de recibo el tuteo que se emplea hoy se entreviste a quien se entreviste. Y el domingo, por supuesto, no fue una excepción. Las reporteras (desconozco si con título de periodistas en el bolsillo) se dedicaron a informarnos más sobre los modelitos que sobre otra cosa, y se permitieron tutear a todo hijo de vecino. La presidenta de la academia, actrices, actores y algúna pedorra que otra, que nada más que está ahí por el apellido o por la cara, (no siempre bonita) tuvieron que soportar el insolente tuteo, las preguntas estúpidas, y el cachondeo padre. Valga como ejemplo el de una de las entrevistadoras que, ni corta ni perezosa, salió corriendo detrás de Benicio del Toro, para que le diera, micrófono en mano, un par de besos. Olé ahí, las formas.

Si yo hiciera eso en mi trabajo delante de mi jefe: tutear a todo el que llega y salir corriendo detrás de un artista para que me dé un beso, al día siguiente, sospecho, estaría en la calle. Por no saber estar ni en el sitio ni en la forma.