TRIBUNA LIBRE

Antonio / Gómez Moreno / Presidente De La / Asociación Madre Coraje

Mi viaje a Etiopía

17 de septiembre 2009 - 01:00

LA Misión de Madre Coraje es cooperar en el desarrollo de las comunidades más empobrecidas de Perú y de otros países, mediante la Ayuda Humanitaria basada principalmente en el Reciclaje; Proyectos de Desarrollo Sostenible y Educación para una auténtica Cultura de la Solidaridad, con denuncia de la injusta realidad del mundo y bajo un lema: 'De tu compromiso nace la esperanza'.

Aunque seguimos con nuestro compromiso con las comunidades más empobrecidas del Perú para que nazca allí la esperanza de tener una vida digna, hemos decidido ampliar nuestra Cooperación para el Desarrollo en Etiopía y por ello, hemos visitado este país y me he quedado impresionado por su nivel de empobrecimiento.

Recogiendo algunos datos del artículo de Ferrán Ramírez del 13 de agosto de 2009, en Etiopía viven 30 millones de personas en la pobreza absoluta (por debajo de 1 euro al día) de los 67 millones de habitantes que tiene, es decir, más del 44% de la población vive en la pobreza absoluta. Etiopía es el país del mundo con peor acceso al agua potable, sólo un 24% de la población tiene acceso a ella. Es uno de los pocos países del mundo donde aumenta el número de niños que no asisten a la escuela. Según Cruz Roja Internacional, la causa inmediata de la crisis actual es la escasez de lluvias en la temporada húmeda de finales de primavera y el retraso y caída irregular de las lluvias en la temporada de finales de verano. "En muchos lugares del país, la gente depende por entero de esas lluvias". Etiopía ha sufrido varios años consecutivos sequía y la gente tiene muy poco en lo que apoyarse, explicó la Delegada de Cruz Roja, Media Luna Roja en Etiopía, Cecilia Brunnstrom. "La mayor parte de la cosecha se ha perdido, e incluso los productos agrícolas más resistentes a la sequía también se han echado a perder en algunas zonas" ha declarado.

En mi viaje a Etiopía recorrí en coche las ciudades de Meki, Nazaret, Debre Berhane, Dire Daua y Addis Abeba. Los poblados de miseria se concentraban a derecha e izquierda de la carretera, convirtiendo a esta en la calle principal de los pueblos que íbamos pasando. Las mujeres con su cántaro en la cabeza a buscar agua, los hombres con su fardo de leña para vender, las familias nómadas en casas semiesféricas de barro, de dimensiones mínimas para vivir, que dejaban cuando cambiaban de lugar, los niños jugueteaban alegremente corriendo de un lado a otro. Era el tiempo de las lluvias, pero estas en muchos lugares no habían llegado. La sequía se hacía ver en los paisajes por donde pasábamos. Meki, donde estuvimos más tiempo alojados, está en el extremo de un lago, donde por esta época, antes cubría una gran extensión de terreno; donde vivían familias de hipopótamos, ahora estaba semiseco, esperando que llegaran las lluvias, como todos los años, pero estas se estaban retrasando, y los hipopótamos no hacían acto de presencia.

El gobierno etíope ha hecho un llamamiento a la Comunidad Internacional para que ayude económicamente a la grave crisis de carestía alimentaria que está sufriendo el país.

Madre Coraje ha decidido ayudar a Etiopía cooperando en el desarrollo sostenido en educación, comprometiéndose a construir una Biblioteca - Sala de Estudios, que permitirá a muchos estudiantes de todos los colegios de la ciudad de MEKI poder llegar a la Universidad gratuita del Estado para terminar sus estudios en beneficio de su país, a través de la financiación conjunta con la ONGD Proyde de los Hermanos de La Salle.

Debido a que estos estudiantes no tienen luz en sus humildes casas, ni condiciones para poder estudiar, dejan sus estudios. Pensamos que además de la ayuda alimentaria urgente que necesita el país, al mismo tiempo se debe cooperar en su desarrollo a través de la mejora de la educación, como lo están haciendo los Hermanos de La Salle, los cuales, realizan una gran labor educativa en sus colegios repartidos por el país, (algunos de ellos declarados por el Gobierno como modelo de eficiencia por los buenos resultados obtenidos por sus alumnos que llegan a la Universidad).

Cuando llegamos a Addis Abeba, el colorido de los trajes de las bellísimas mujeres etíopes se mezclaba con las figuras dantescas de personas sentadas o tumbadas en el suelo, exponiendo su injusta miseria, mientras miles de personas pasaban delante de ellos con indignante indiferencia. La persona etíope que nos acompañaba terminó dejándonos sin poder hablar durante mucho tiempo, no sé si de dolor o de rabia por lo que nos dijo: "En Addis Abeba hay más de 40.000 niños viviendo en la calle, más de 100.000 niñas obligadas a sobrevivir en la prostitución…". Nos costó poder dormir esa noche. ¡Cuánta miseria! ¡Cuánta injusticia! ¡Cuánta indiferencia!... No cabe duda que ¡África también nos necesita!

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