ETA votó. A su manera. Cuando ya casi no le quedaba tiempo para ensuciar la fiesta democrática que significa una campaña electoral y su colofón: el voto libre de la gente. Esto último no lo van a estropear de ninguna de las maneras. No lo pueden estropear. Mañana, todos a las urnas. Es lo mismo que decir: todos contra el terrorismo y su chantaje.

No cabe otra respuesta que la que se ha dado. Por un lado, suspender los actos finales de campaña. Siempre se discute si es correcta la suspensión o, por el contrario, si no se le hace el juego a los terroristas al darles capacidad para paralizar políticamente a un país entero. Las dos posturas son respetables y están cargadas de razón. Yo creo que en este caso ha debido suspenderse. La campaña estaba prácticamente terminada. Lo que quedaba eran los mítines finales, es decir, actos netamente festivos, inapropiados con Isaías Carrasco de cuerpo presente. Además, son también actos abiertamente partidistas. Dividen al máximo a las fuerzas políticas, y el momento es de unidad férrea. No eran horas del nosotros frente a ellos, sino de todos juntos frente a los enemigos de la libertad.

Ya no me parece tan bien que los partidos democráticos hayan aparcado hasta el lunes la convocatoria conjunta de concentraciones y manifestaciones en homenaje al ex concejal socialista de Mondragón y en repulsa del atentado. El lunes la cabeza de la gente va a estar ocupada en los resultados electorales. Cierto que será hermoso ver una manifestación en la que caminen al lado los que hayan ganado y los que hayan perdido las elecciones, pero ¿no habría sido mejor adelantarla a hoy mismo, como harán ayuntamientos vascos, y transmitir así el mensaje de que la respuesta al terror es la misma desde todas las aceras de la política? ¿Por qué no repetir durante la jornada de reflexión las concentraciones en los ayuntamientos de las ciudades cuando todavía no esté enterrado Isaías Carrasco?

El voto de sangre de ETA -cobarde como todos los suyos, ante un hombre indefenso que sale de su casa para el trabajo y casi en presencia de su familia- no sólo irrumpe criminalmente en la campaña. También en las elecciones, aunque no es posible saber en qué sentido. Se suele decir que los atentados terroristas favorecen al partido que está en el Gobierno cuando se producen, pero la regla ha tenido numerosas excepciones. Por otra parte, con este atentado se cierra una legislatura en la que la política antiterrorista ha dividido al país casi en dos mitades y ha constituido la acción gubernamental más polémica. Seguro que lo que ha pasado ayer en Mondragón va a influir en las elecciones de mañana. No creo que nadie esté capacitado para augurar cómo. Perdonen que plantee esta cuestión, pero el asunto es muy serio.

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