Fernando Belmonte, maestro con mayúsculas
Obituario
El baile de Jerez pierde, a los 81 años de edad, a uno de sus grandes referentes y al eje fundamental del famoso Ballet Albarizuela
Alumnos del Ballet Albarizuela recuerdan a Fernando Belmonte, al que muchos calificaban de "irrepetible" y "uno de los grandes artistas de Jerez"
Muere Fernando Belmonte, bailaor y maestro y creador del Ballet Albarizuela

Jerez ha perdido, sin saberlo, este 18 de julio a uno de sus artistas más grandes. Sí, porque detrás de aquel bailaor espigado y elegante sobre las tablas, había una persona modesta y humilde a la que nunca le gustó alardear de nada, pero al que la palabra maestro lo definía a la perfección. Con esa misma filosofía de vida se ha marchado Fernando Belmonte, sin hacer ruido y dejando un legado importantísimo, ya no sólo por todo el currículo artístico que acumuló, llegando a ser durante diez años el primer bailarín de la compañía de Antonio Ruiz Soler 'Antonio El Bailarín', con lo que eso suponía, sino por ese legado intangible transmitido como conocimiento a toda una generación de bailaores y bailaoras que hoy por hoy siguen llevándolo a gala, en su vida personal y profesional.
Fernando nos dejaba a primera hora de la mañana a los 81 años de edad (1942-2023) y de forma repentina, pues pese a que en los últimos años había tenido problemas de salud, especialmente problemas de respiración, "he fumado demasiado", reconocía en más de una ocasión, se mantenía en su casa de La Barca de la Florida, donde residía desde hace unos años "con los achaques de la edad", admitía.
Su muerte sorprendía al mundo del flamenco de Jerez, y sobre todo a muchos de sus alumnos, que aún hoy, varias horas después de conocer su fallecimiento, no ocultaban su tristeza y pesar. No obstante, las reacciones y recuerdos hacia su persona fueron durante todo el día de ayer constantes en redes sociales e incluso desde el Ayuntamiento de Jerez a nivel oficial.
La ciudad, a través de determinadas instituciones, le rindió reconocimiento en los últimos años. La Cátedra de Flamencología le entregó el Premio Copa Jerez al baile en 2010, el Ayuntamiento le dedicó la Semana del Flamenco de ese mismo año, el Festival de Jerez confeccionó un espectáculo homenaje, 'Reencuentro', junto a algunos de sus alumnos, en 2015, el Tabanco El Pasaje lo honró con otro bonito acto y hace un año, en 2022, se le hizo lo propio en la Peña Flamenca de La Barca, dedicándole uno de sus ciclos.
El último recuerdo a su trayectoria llegó de la mano de Angelita Gómez que, en colaboración con José María Castaño y Expoflamenco, tributaron un pequeño homenaje, amparados por el Ayuntamiento, hace escasamente unos meses. Aún así sigo pensando que Jerez le debía más y desgraciadamente, como suele pasar, nunca se lo llegó a dar.
De su disciplina, trabajo y perspectiva de la vida nació aquel Ballet Albarizuela, una institución que junto a Paco del Río, consiguió situar a Jerez y a un pequeño grupo de chavales en el foco de todo un país. Tal fue su repercusión que el grupo de jóvenes artistas llegó a bailar incluso delante de la reina de Inglaterra en su primera visita a España en octubre de 1988.
Fernando Belmonte siempre tuvo clara su profesión, aunque para ello tuviera que renunciar al mundo del toro, sin lugar a dudas, rama fundamental de su estirpe. "En mi casa sólo se olía a toro. Mi padre nos daba clases de toros a todos en el patio de mi casa. Ya después dije que esto era lo que me gustaba, mi padre desgraciadamente murió y pese a mis hermanos, que no me querían dejar bailar, lo logré", confesaba en una entrevista en 2010.
Dio sus primeros pasos con la maestra María Pérez y Angelita Gómez y con 16 años, gracias a Antonio Gallardo y su amiga del alma, La Paquera, se marchó a Madrid para labrarse un futuro profesional. Allí mejoró notablemente su técnica y el concepto escénico de la mano de Victoria Eugenia y Alberto Dorca, para pasar posteriormente por la compañía del gran Antonio Ruiz, en la que durante diez años fue su primer bailarín.
"Mi madre me apoyaba y gracias a Antonio Gallardo me fui a Madrid con La Paquera y a partir de ahí surgió todo. Cuando mis hermanos se enteraron aparecieron por Madrid y era justo un día antes de hacer una audición con Antonio ‘El Bailarín’. Cuando supieron que iba a entrar en su compañía, con la personalidad que tenía Antonio, se callaron y todo siguió adelante".
Alli en la capital coincidió, en aquellos años 60-70, con los grandes del flamenco, y con jóvenes como él, caso de guitarristas como Paco de Lucía, Manolo Sanlúcar o su amigo Ángel García, bailaor jerezano fallecido en 1973, que buscaban abrirse camino en el complicado mundo del arte.
Años más tarde entró a formar parte del Ballet de María Rosa recorriendo el mundo hasta que en los años 80, tras ser estafado por un empresario regresó a Jerez, donde montó, junto a Paco del Río, el conocido Ballet Albarizuela.
Comenzó entonces su labor como docente, transmitiendo todo su conocimiento y técnica dancística, desde el flamenco pasando por el clásico español o el folclore, a jóvenes de distinta procedencia, tanto de Jerez como de la zona, a los que les fue inculcando no sólo lo meramente artístico, sino la vida en sí. La constancia, la rectitud y sobre todo el amor por el baile fueron para ellos parte fundamental de su día a día. Nombres como Joaquín Grilo, Domingo Ortega, Antonio Granjero, Miguel Téllez, Fernando Galán, Faustino Ruiz, Rafael Cancelo, Nuria Figueroa, Claudia Valle, Susana Morlán, Carolina Grajales, Nuria Fernández, Ana Salazar, Antonio Fernández, Chiqui de Jerez, Inmaculada Ortega, Gabriela Domecq, Patricia de la Rosa, Mercedes Sánchez, Eva Ruiz-Berdejo, Verónica Picardo o la propia Sara Baras, por citar a algunos, pasaron por su manos y se hicieron artistas y al mismo tiempo personas bajo su mando.
Después de aquella exitosa etapa, Fernando Belmonte nunca abandonó el baile, como reconocía, "bailo todos los días", y su casa de La Barca estuvo siempre abierta a las peticiones de muchos de sus alumnos y otros artistas, sobre todo a la hora de poner en pie determinadas coreografías y en montar algunos espectáculos. Además, mantuvo su amor por la enseñanza en La Barca.
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