La conciencia del movimiento

XXVI Festival de Jerez

Un momento del espectáculo de Ana Morales.
Un momento del espectáculo de Ana Morales. / Miguel Ángel González
David Montes

23 de febrero 2022 - 12:00

FICHA ARTÍSTICA: 'En la cuerda floja'

Espectáculo: En la cuerda floja. Artista: Ana Morales. Baile: Ana Morales – Toque: José Quevedo ‘Bolita’ – Contrabajo: Pablo Martín-Caminero Percusión: Paquito González. Lugar: Teatro Villamarta – Fecha: 22 de febrero de 2022 – Aforo: Más de media entrada.

¿Qué es bueno? ¿Qué no lo es? ¿Por qué el riesgo es para algunos una zona de confort? ¿Por qué la tranquilidad agobia a otros? ¿Es el inicio el punto de partida real de las cosas? ¿Finaliza todo cuando acaba algo? ¿Dejamos en algún momento de tomar decisiones? Preguntas. Muchas preguntas. Todas estas y muchas más son las preguntas encontradas que se hace Ana Morales en su regreso al Festival de Jerez con su último espectáculo: ‘La cuerda floja’.

Con la dicotomía como base y origen, al igual que todo héroe necesita un villano para poder vivir, la artista mitad catalana mitad sevillana, se une a tres músicos ‘Una Hartá de Flamencos’ como José Quevedo ‘Bolita’, Pablo Martín-Caminero y Paquito González para indagar sobre esas cuestiones que mantienen el orden de las cosas gracias a su antagonismo, tratando a la conciencia del movimiento desde un prisma de dualidad en la que el flamenco queda canalizado desde la emoción. Lo que es bueno para unos y es malo para otros es el sostén de un espectáculo complejo, con un lenguaje corporal no apto para todos los públicos y una música que juega a ser juez y parte de forma constante, que consigue durante poco más de una hora tanto desconcertar las mentes más neófitas, como cautivar a aquellas que sólo se soliviantan aliviando sus inquietudes a través del arte, en el caso que nos ocupa, en clave flamenca.

Y es complejo porque su sistema estructural así lo define el propio espectáculo. No es bailar por bailar. Ni tampoco es tocar por tocar. No. En ningún caso. Es un desorden con sentido que tiene la necesidad imperial de abandonarse para poder encontrarse. Ya bien sea a través del uso del silencio como sonido con que acompaña la vertiente más contemporánea, o con un compás de metrónomo y unísono que arropan un solo clásico por bulerías lleno de técnica y precisión, Ana Morales deja absolutamente claro que buscar el orden dentro del caos es la razón principal dentro de esta creación.

Otro instante de 'En la cuerda floja'
Otro instante de 'En la cuerda floja' / Miguel Ángel González

‘La cuerda floja’ es una continua lluvia de ideas plagada de tantas interpretaciones como público estaba presente en el Teatro Villamarta, donde no se trata de retener lo evidente - que Ana Morales baila como pocas artistas van a pisar este año el Festival de Jerez- así como tampoco se trata de contener la libertad que supone no seguir las reglas. Unas reglas que se rompen desde el primer segundo, pero que sin embargo se respetan hasta el final. Un espectáculo donde el baile viaja sobre la música. Una música que respeta todos los pasos de la bailaora que cobijan.

Hoy estamos viviendo una nueva normalidad. Y este espectáculo le viene al pelo al momento actual que estamos transitando por mor de la pandemia ¿Vivimos igual que antes de la llegada del Covid19? ¿Podemos llamar normalidad a nuestro actual devenir diario? Pues lo mismo pasa con ‘La Cuerda Floja’ donde hasta los planteamientos y preguntas básicas como ¿Qué es flamenco? y ¿Qué no es flamenco? Son normas tan convergentes como transgresoras en la piel de una artista que se pregunta incluso si es más jondo el rojo que el negro o es más flamenco el negro que el rojo. Y es que al igual que en nuestra vida cotidiana ¿Quién tiene la verdad? ¿Tu o yo? La vida está llena de decisiones que, al igual que en este espectáculo, se pueden bailar llenas de ‘moralidad’ - bajo el código Morales- tanto por solea, tarantos, tanguillos, bulerías o, simplemente, en silencio, como zapateando, descalza, de rojo, de negro, con encajes, con chaquetillas, entre luces o a contraluz.

Tal y como ocurriera en la Bienal de Sevilla de 2020 el día de su estreno, un 28 de septiembre para ser más exactos, el éxito de este espectáculo radica, precisamente, en que no deja indiferente a nadie y consigue su objetivo generando en el espectador esa dicotomía que es la base que sustenta esta creación. Para quien les escribe, el objetivo conseguido. Para otros, probablemente no. Es lo que tiene caminar sobre ‘La cuerda floja’. De un lado ves al funambulista de frente. Y del otro, lo ves de espaldas.

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