El desafío del sistema sanitario para blindar su eje vertebrador
Análisis / XX Aniversario Salud & Bienestar
Dos décadas después, la Atención Primaria suma logros en cribados y telemedicina, pero sigue atrapada en el déficit de profesionales y el desgaste de una demanda inabarcable
La Atención Primaria andaluza ha cambiado notablemente en las dos últimas décadas. Nuevas tecnologías, programas de cribado, mayor reconocimiento del médico de familia y un papel reforzado de la enfermería. También un importante desarrollo de la relación entre Atención Primaria y hospitalaria que, aun requiriendo mejoras en la continuidad asistencial, ha mejorado el manejo de muchos pacientes. Es importante subrayar los avances mientras persisten carencias estructurales y retos sin resolver que periódicamente tensionan este nivel asistencial. “Somos la puerta de entrada al sistema y el referente de confianza de la ciudadanía”, en palabras de Jesús Pardo, presidente de la Sociedad Andaluza de Medicina Familiar y Comunitaria (SAMFyC). Uno de los cambios más visibles ha sido la consolidación de la Medicina de Familia como especialidad vía MIR. “Este año se han cubierto todas las plazas, lo que nos permite mirar al futuro con cierto optimismo”, explica Pardo. Durante años, la escasa atracción de esta especialidad generó incertidumbre. Ahora, la cobertura total de plazas supone un respiro, aunque la sombra del relevo generacional planea sobre el sistema. Esa brecha aprieta. A partir de 2025 se concentrará la jubilación de miles de médicos, un fenómeno que, según el experto, “se sabía desde hace dos décadas y que no se ha previsto con la antelación necesaria”.
Zonas rurales sin cobertura
La falta de planificación se traduce en dificultades para cubrir plazas en áreas rurales y pequeños municipios. “Hay pueblos que tenían urgencias 24 horas y ya no pueden mantenerlas, simplemente porque no hay profesionales”, lamenta Pardo. A ello se suma la insuficiencia de sustituciones en verano, que obliga a cerrar centros por la tarde en ciudades como Sevilla o Huelva.
El resultado es una sobrecarga asistencial que repercute tanto en profesionales como en pacientes. “La demanda no tiene límites y muchas veces es difícil dar respuesta inmediata a todo lo que no es una urgencia vital”, añade.
En paralelo, la Atención Primaria ha vivido su propia revolución tecnológica. La historia clínica electrónica Diraya, pese a sus dificultades iniciales, ha permitido unificar la información y mejorar la continuidad asistencial. La digitalización ha llegado también al equipamiento: “Hoy la mayoría de centros cuentan con ecografía, retinografía o dermatoscopia, lo que facilita diagnósticos más precoces”, señala Pardo.
Herencias de la pandemia
La pandemia aceleró el uso de la atención telefónica y la videoconferencia, modalidades que han llegado para quedarse. También se ha expandido la teleconsulta con especialistas: “Entre el 60 y el 70 % de las interconsultas se hacen ya de forma telemática, lo que reduce derivaciones y agiliza diagnósticos”.
Los últimos 20 años también han consolidado programas de prevención y detección precoz. El cribado poblacional de cáncer de colon ha permitido diagnosticar miles de casos de forma rápida. El de cáncer de mama se ha perfeccionado con el tiempo y, más recientemente, se ha puesto en marcha el de cáncer de cérvix. “En todos ellos el papel del centro de salud es clave, porque somos el punto de recogida de pruebas y de información para el paciente”, subraya Pardo.
Perfil del paciente
El perfil del usuario también ha cambiado. El acceso a internet y a herramientas digitales ha multiplicado la información previa con la que los pacientes llegan a la consulta. “Antes era la vecina la que aconsejaba; ahora es Google o una aplicación móvil. Pero al final, siempre vienen a contrastar con su médico de familia, porque confían en él”, explica el presidente de SAMFyC.
La continuidad asistencial sigue siendo un valor central. “Está demostrado que tener el mismo médico de familia durante 20 años reduce la mortalidad. Eso refleja hasta qué punto la relación de confianza y el conocimiento mutuo son determinantes para la salud del paciente”.
La Atención Primaria también se ha beneficiado del refuerzo del rol enfermero. “La especialización y el papel de la enfermería en el seguimiento de los pacientes han sido claves para mejorar la atención”, señala Pardo. Los equipos multidisciplinares, aunque no siempre suficientes en número, son hoy más sólidos y capacitados para dar respuesta a problemas de salud complejos.
Una de las polémicas actuales es la contratación de médicos extracomunitarios para cubrir vacantes. “Son médicos generales, no especialistas en Medicina de Familia, pero cobran lo mismo que un especialista formado cuatro años vía MIR. Esto desmotiva a los residentes y pone en riesgo la calidad asistencial”, advierte Pardo. Desde la SAMFyC se ha reclamado al Servicio Andaluz de Salud (SAS) que vigile este tipo de prácticas y garantice que las plazas se reserven a profesionales con la especialidad. “Si no diferenciamos categorías, tiramos piedras sobre nuestro propio tejado”, sentencia.
A pesar de los avances en tecnología, programas de cribado y consolidación de la especialidad, la Atención Primaria andaluza encara un futuro complejo: déficit de profesionales en zonas rurales, precariedad contractual que empuja a muchos médicos jóvenes a marcharse a otras comunidades o al extranjero, y un sistema de gestión que, según Pardo, “debería escuchar más a las sociedades científicas”.
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