Jueves Santo

Actuar contra pronóstico

  • Rendención, Oración en el Huerto y La Lanzada, mojadas tras arriesgarse a salir con malos pronósticos · Vera Cruz y Mayor Dolor sopesaron mejor la decisión

UN año más -y ya van...- se padeció una jornada de llamadas a los centros meteorológicos, a los amigos con 'contactos' y, sobre todo, de mucha pero que mucha consulta a las webs del ramo 'meteo'. También de creerse las mentiras que uno mismo se repite hasta transformarlas en verdad. Totalmente penoso.

A mediodía, el prestigioso meteorólogo José Antonio Maldonado dejaba clara cuál era la situación en Andalucía: "Durante toda la jornada va a persistir el riesgo de precipitaciones". En cierta forma, y es lo lógico, los meteorólogos dejan en el plato de las hermandades la 'patata caliente' que les cae en las manos.

Si algo venían a demostrar las últimas Semanas Santas lluviosas es que parecía que quedaron atrás aquellos años de actos valientes que poco después se tornaban en suicidas, aquellas salidas que acababan bajo plástico y otros espectáculos poco gratificantes. De todo sigue quedando en la viña del Señor, aunque los 'valientes' sean menos a cada día que pasa. Pese a ello, a cada año que pasa la responsabilidad de los cofrades gana enteros en el ejercicio de esta manifestación de fe así. Algo es algo.

La salida procesional se entiende en la actualidad como un acto más -muy importante y emotivo, ciertamente- pero un punto más a fin de cuentas dentro del capítulo de acciones que se llevan a cabo a lo largo del año en la llamada vida de hermandad.

La de ayer fue ante todo una jornada rara en la que se tuvo que padecer la imagen del misterio de La Redención mojado a pocos metros de su templo, a pesar, y eso es lo difícil de entender, de que el riesgo de lluvia en aquellos momentos era enorme, del 90%.

Poco después, la Hermandad de la Vera Cruz anunciaba que desistía de echarse a la calle, al igual que el Mayor Dolor que envió a sus cofrades a casa tras el rezo de unas preces.

Un gran claro que apareció por la Bahía de Cádiz pareció ser el ansiado milagro. Pero no, sólo fue un espejismo, un meteoro, esa conocida calma que, según dicen los marineros, antecede a las tempestades.  A esas alturas de la tarde cada cual manejaba a su antojo los partes a los que tuvo acceso, los cuales daban lluvia en uno u otro momento. La lanzada, de forma sorpresiva, rompió el fuego y abrió las puertas de su templo poco después de las 19,15. Su carácter de hermandad céntrica pesó en la decisión.

La decisión fue calcada a la que asumió la Oración en el Huerto cuando faltaban 15 minutos para las ocho. También saldrían. En este caso la salida en estación de penitencia, el día entero más bien, se tornó en dedicatoria la recordada figura de Pepe Antonio González de la Peña, el eterno fiscal del misterio.

Apenas salió el paso de misterio de la Oración en el Huerto y éste ya tuvo que darse la vuelta para retornar a Santo Domingo. La decisión de la junta resultó fallida a pesar de que una buena parte de la misma no apostó por la salida. La Lanzada también pagaba cara la osadía  y terminó refugiada en San Juan de Letrán. El espectáculo, poco gratificante, pudo haberse evitado.

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