La Virgen de la Cueva...
Tribuna libre
NO existe una música sin duda mas odiada por todos los amantes de la Semana Santa; por los cofrades, que esa reiterativa cancioncilla infantil cuya letra comenzaba diciendo "Que llueva, que llueva, la Virgen de la Cueva" que parece anticipar la llegada de borrascas y temporales, lo que para quienes se afanan todo el año en el seno de una Hermandad es algo así como el anuncio seguro de que la anhelada Estación de Penitencia deberá aguardar todavía otro año mas para que pueda llevarse a cabo y en ocasiones como la presente, con previsiones nada tranquilizadoras con respecto a la evolución del tiempo en los próximos días, la dichosa melodía entonada a coro por los mas pequeños es sin duda todo un pájaro de mal agüero…
No es el primer año que podría ocurrir ni tampoco, seguro, será la última ocasión en que las inclemencias meteorológicas puedan dar al traste con las procesiones de nuestra Semana Santa y eso nos ha movido a la reflexión de que, afortunadamente, cada vez son mas los responsables cofrades que ante semejante situación en lugar de tomar la insensata decisión de ordenar la salida de sus "pasos" dan prioridad a la salvaguarda de la salud y la seguridad de sus penitentes, sean estos pequeños o mayores, y por supuesto del valioso patrimonio que cada Hermandad ha sabido crear a lo largo a veces de siglos y en otros en sus breves años de existencia y desde luego de las imágenes de sus venerados Titulares en contraste con lo que tantas veces ha ocurrido en épocas anteriores.
Triste, ciertamente, que la lluvia cercene de raíz la ilusión amasada durante doce meses para que cada cual pueda contemplar otra vez sus devociones mas personales por calles y plazas de nuestra ciudad pero mucho mas someterlas al grave deterioro que pueden sufrir como consecuencia del mal tiempo que no es otra cosa que el resultado inevitable de la evolución de la meteorología que en nada depende de la voluntad y la capacidad humana y si de fenómenos como ese denominado "El Niño" directamente relacionado con el calentamiento del Pacífico.
Por eso aunque la música fuese otra, poco podemos hacer los cofrades ante incertidumbre semejante salvo rogar a nuestros Titulares que la lluvia, siempre bienvenida para los campos y para la limpieza de la atmósfera, respete al menos estos próximos días en que tanta gente humilde, con variopintas actividades, se gana el sustento mientras las Hermandades están en nuestras calles.
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