El arte de vestir a la Virgen (y III)
EN el caso de Jerez, se ha mejorado mucho el arreglo de las imágenes, que poco a poco se han ido librando casi todas de artificios innecesarios, rellenos absolutamente superfluos y volúmenes desmesurados, que ocultaban las verdaderas siluetas y perfiles y el movimiento escultural de las tallas, bajo cuyas sayas y mantos se han podido ver en otras épocas, papeles, esponjas, cartones y hasta puntillas sosteniendo telares. Hoy todo se hace de una forma más limpia y natural y la mayoría de las imágenes son preparadas interiormente con tejidos naturales y un simple ahuecador para sostener el manto, lo que nos permite contemplarlas en los volúmenes propios que para ellas consideró oportuno el escultor.
No obstante, que “el arte de vestir a la Virgen” esté de moda ha supuesto también que, en algunos casos, se abuse de una desafortunada creatividad por parte de algunos vestidores, o los vestidores en cuestión se hayan visto obligados a desarrollar su labor bajo las directrices de una junta de gobierno que pretenda que la indumentaria de la imagen llame más la atención que la propia imagen: cambios de iconografía, peinados extravagantes, o mímesis de modelos de ropa importados de los siglos XVI y XVII para imágenes contemporáneas que, como no estaban ni siquiera concebidas sus hechuras, jamás conocieron ese tipo de ropajes y por ello resultan del todo anacrónicos. Vemos también imágenes de la Virgen y de grupos escultóricos presentados desafortunadamente con posturas melodramáticas imposibles, más propias de una tragicomedia italiana de cine mudo, que de un pasaje de la Pasión y hasta vestidos con colores impropios de su iconografía.
Ahí está el verdadero arte del vestidor, en completar la obra de un escultor tal y como la concibió para ser vestida y usar para ello siempre materiales nobles, de calidad y bien dispuestos que contribuyan siempre a elevar la talla y no a degradarla. Y sobre todo conseguir que los fieles se acerquen a la Virgen a rezarle. Ella es la verdadera protagonista del arte de vestir a la Virgen y por eso, es la que se escribe con mayúscula en el título que le da nombre a este artículo.
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