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Cuarto de Muestras

Educar el corazón

He encontrado un antídoto contra los temas penosos

Hay de dos asuntos de los que me he prometido no hablar. De la boda que tanto sufrimiento ha generado, por puro respeto. Ya lo conté en un artículo, yo me casé muerta de miedo y de inseguridades y, de haber podido, lo hubiera hecho por poderes, mandando a alguien a hacer el paseíllo eterno hasta el altar con andares temblorosos. De Pedro Sánchez tampoco pienso hablar más, porque ya he dicho lo que pienso y, él dice a diario de sí mismo, con sus actos, más de lo que cualquiera pueda comentar. Es su peor enemigo y siempre sorprende para mal por acción u omisión. Me limito a esperar algún milagro ahora que estamos en Navidad.

He encontrado un antídoto contra los temas penosos. Uno más, junto a tomar una copa con amigos y leer poesía. Me lo ha descubierto el filósofo y escritor Javier Gomá en la revista Ethic. En una de tantas entrevistas que está concediendo con motivo de la publicación de su último libro que ya tengo encargado, “El universal concreto”, cuenta que la moralidad pública consiste en educar al corazón de la ciudadanía para que sienta como evidentes determinadas verdades. Pese a la aparente fragilidad del concepto, alega, sólo prosperará una civilización, y más en una democracia liberal, en la que según su naturaleza sus ciudadanos se obedecen a sí mismos, si los ciudadanos están sentimentalmente bien educados.

Educar al corazón, qué importante, para discernir lo correcto, para reconocer los verdaderos valores. Propone un gran reto, que ya formaba parte de su pensamiento anterior sobre la ejemplaridad: “Vive con tal ejemplaridad, haciendo con tu vida algo tan noble que cuando mueras, todo el mundo sienta que se ha producido un escándalo”. No he leído nada más revolucionario que esta frase ni nada que nos concierna más a todos a no perder nuestra dignidad, nuestra libertad y tener el anhelo de ser nobles y ejemplares ahora que tanto se idealiza al antihéroe y se justifica al malo, excusándolo de sus actos execrables.

El antídoto que nos descubre Javier Gomá es la filosofía como una literatura de esperanza en el ser humano, en su capacidad de ser ejemplar; en el reconocimiento de que vivimos el mejor momento de la historia universal no sólo en términos materiales sino también morales. Hemos progresado en esperanza de vida, en sanidad y en mil cosas. Después de leer a Gomá, qué pequeño e indigno veo a Pedro Sanchez.

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