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Entre paréntesis

Rafael Navas

rnavas@diariodejerez.com

'Inéspaña' Jerez

Habrá un antes y un después del martes 10 para la política jerezana que surge como musa constitucional en Cataluña

Ya era uno de los principales referentes del constitucionalismo frente al secesionismo catalán. Pero esta semana en la que el órdago y golpe independentista llegó a su colofón, la figura política de Inés Arrimadas (Jerez, 1981) ha crecido muchos enteros. Suya fue la mejor respuesta a un desconcertante presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, a cuyo discurso contestó con pasión pero también con argumentos irrebatibles. Se echó a sus espaldas el peso de la oposición en el Parlamento catalán en momentos muy difíciles y logró el objetivo de que su intervención calase no sólo entre quienes apoyan a su partido, Ciudadanos, sino entre una amplia mayoría de españoles y, muy especialmente, entre los catalanes que se han sentido solos durante décadas. Sin duda, habrá un antes y un después entre la Arrimadas anterior al martes 10 de octubre y la que hoy surge, por ejemplo, como musa aclamada y foco de todas las miradas durante la celebración del 12-O, Día de la Hispanidad, en Barcelona.

Especialmente celebrada fue su alusión a la identidad durante su intervención del pasado martes: "Mi familia vive en Andalucía, no pienso permitir que les pidan el pasaporte para venir a verme", le echó en cara a Puigdemont mientras mostraba el documento. Un golpe de efecto que no sólo fue bien recibido en su tierra, Jerez, sino en cualquier rincón de España donde queda sentido común. Algún indocumentado del Govern le contestó diciendo que para visitar una Cataluña independiente no haría falta pasaporte "porque sería espacio Schengen". Con ello terminaron por hacer aún más creíble su denuncia.

Inés Arrimadas lleva años denunciando la situación que viven en Cataluña aquellos ciudadanos que no se sienten nacionalistas independientes. Luce sin complejos la bandera de su país, su doble condición de catalana y española, y cuando es necesario es crítica con el Gobierno central al que su partido apoya y sostiene en Madrid. Cualidades y actos propios de una manera de hacer política sin complejos en tiempos en los que lo fácil es escurrir el bulto. Tal vez todo ello sea consecuencia, en buena parte, de su educación recibida en la Compañía de María de Jerez, donde era conocida como 'Pitu' por compañeros y profesores. Una educación en valores como la solidaridad, la diversidad y el respeto a quienes no piensan igual, muy alejada de la que habría recibido en muchos centros de Cataluña donde llevan decenas de años adoctrinando a niños y niñas para inculcar el odio a todo lo español. O tal fuese porque su padre, Rufino, fue ex concejal en Jerez de la extinta Unión de Centro Democrático (UCD) que llevó a nuestro país por la senda de la Transición democrática y fue capaz de llegar a consensos con otras fuerzas que hoy se resisten a alcanzarlos. Algunos la comparan, exageradamente, con Agustina de Aragón o con Juana de Arco. Exagerado de momento. Sea por lo que sea, Inés Arrimadas es hoy una política que ha demostrado valerse, sin miedo, en el peor de los escenarios posibles. Y eso es precisamente lo que la sociedad viene demandando desde hace mucho tiempo. Como gustaba terminar sus artículos al añorado Juan de la Plata: Inés Arrimadas, ¡viva España-Jerez!

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