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Cuarto de Muestras

Libro de viaje de Jerez

Viajar es una forma de querer

De los mayores placeres del mundo es llevar a alguien querido a enseñarle uno de nuestros lugares favoritos. Aquel que descubrimos en su día porque alguien que nos quiso mucho también nos llevó de su mano. Viajar con un niño, con una pareja, con verdaderos amigos, es construir su pasado y el nuestro, crear recuerdos de los que alimentarse el resto de la vida. Por eso los viajes, los rincones especiales, constituyen una invisible cadena de afectos, una antorcha de emociones que se perpetua: nos llevaron, llevamos a otros y esos otros llevarán a los suyos. Y así, hasta el infinito. Viajar es una forma de querer.

Quizás eso explique que los libros de viajes, e incluso algunas ciudades en sí mismas, constituyan un género literario. No son un paisaje ni una postal, son el testimonio de nuestra capacidad de querer, de ser queridos, de emocionarnos. Los viajes forman parte del aprendizaje de la vida y las más bellas ciudades nos enseñan a conocernos, nos elevan, nos hacen. Nos descubren el anhelo de volver a casa, de detenernos. Nos+ retratan sin necesidad de cámara alguna siempre que tengamos los ojos abiertos. Nos desnudan porque todos tenemos algo de vagabundos interiores y, queramos o no, vivimos a la intemperie.

La editorial Tintablanca acaba de publicar en su colección de libros de viaje, el dedicado a Jerez. Escrito por la historiadora María José Solano e ilustrado por el pintor Miki Leal, nos llevan de la mano formando parte de esa cadena de afectos de la que hablaba antes, porque sólo desde el amor se puede contar así de bien y delicadamente esta extraña ciudad, decadente y embriagadora, sin caer en los típicos tópicos de quien no ha sabido llegar al alma de sus grandes caudales, el vino y el flamenco. Sólo quien no tiene prisas y está dispuesto a entregarse a Jerez, llega en tren y va descubriendo pausadamente sus rincones y secretos. Este libro de viajes, como todo buen libro de viajes, no es una guía, ni un compendio de datos; es una historia de amor, intensa y con páginas en blanco para que la continuemos los que lleguen a visitarla y, sobre todo, los que vivimos en ella acostumbrados a su belleza hasta no verla. Unas páginas en blanco para dibujar y escribir y transcribir sobre ellas, para construir su pasado y el nuestro, recuerdos que nos alimenten toda la vida. El libro de viaje de Jerez es una forma de querer, de querernos.

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