Programación Guía completa del Gran Premio de Motociclismo en Jerez

La periodicidad quincenal hace que este espacio se vea con frecuencia muy determinado por el entorno. Pensaba uno en escribir, por ejemplo, de la histórica cantaora Isabelita de Jerez, y felicitar a los que nos regalaron hace días con unas estupendas jornadas dedicadas a su arte y su memoria. Pero no ha podido ser. La realidad circundante se ha impuesto. Cómo permanecer impasible ante el espectáculo tan deprimente que nos han brindado nuestros políticos municipales en la última semana. Un cambio de postura a última hora no ha hecho que se me borre el espanto de ver con qué frivolidad se asomaban al abismo y jugaban a la política en el filo mismo de la navaja. Enrocados en sus posiciones, una ceguera infinita les impedía ver, entre otras cosas, los rostros de las dos mil y pico de familias que se verían abocadas a perder su alquiler social. Y seguían jugando: uno con el "ocurrente" símil del autobús; el otro con la cansina, por repetida, alusión a las aficiones privadas de un concejal. Qué pesadez. En ocasiones se dice que los políticos son como niños. Muchas veces se ganan a pulso la comparación. Mas los niños no tiene responsabilidades. Los políticos, sí. Están ahí porque los ha puesto la ciudadanía con sus votos para que trabajen por la ciudad, para que dialoguen y lleguen a acuerdos. En puridad, el interés común debía ser lo prioritario, pero eso dista mucho de nuestra realidad inmediata. Y de estas consideraciones me temo que no se salva nadie, que hasta ahí puede llegar la decepción. Hace unos días viajé a una importante cita flamenca y fui abordado por artistas y periodistas que no daban crédito a lo que oían de Jerez. No podía suceder lo del Villamarta, me decían. Me vi obligado a subrayarles que sí, que era posible que sucediera. El que la situación se haya salvado in extremis no invita, sin embargo, al optimismo. Y es una pena, ¿no creen?

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