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Sombra sosegada

Rosario La Tremendita: “Tengo sensaciones contrarias de los veranos en los que empecé a cantar”

  • La artista culmina este año la gira de su último trabajo, 'Tremenda. Principio y origen' y anuncia que pronto abrirá una nueva etapa en su carrera

Rosario La Tremendita.

Rosario La Tremendita. / Carmen Almirante

Rosario La Tremendita (Sevilla, 1984) lleva en el cante esa voz morena con la que se definió el timbre de Manolo Caracol –y con la que podríamos definir a las grandes voces del flamenco–. La artista lleva la voz del Barrio León, de Triana, pero también de las heterodoxias, de los sonidos que renuevan caminos ya transitados. Hija de un padre más apegado a la raíz de este arte y de una madre más partidaria de la creación, La Tremendita conjuga las dos formas de entender esta siempre rica expresión artística –la tradición y la ruptura–. "El flamenco en mi juventud y en mi adolescencia era muy ortodoxo. Mi familia era purista, aunque también libre. He tenido la suerte de criarme en una familia tradicional, de la raíz del flamenco, pero por parte de mi madre vivo un mundo donde trato con fotógrafos, bailarines. Trabajar con artistas relacionados con el mundo de la danza y otras disciplinas artísticas te hace despertar mucha curiosidad, y al final te llenas de inquietudes", apunta la cantaora, reflexionando acerca de ese estilo suyo, tan genuino y tan heterogéneo.

La vocación flamenca de La Tremendita despertó en un verano de la infancia. En la Triana de finales de los 80, en una velá que se celebró en el Barrio León, una niña se sube a su primer escenario. "Con apenas cuatro años me apuntaron a la academia de copla que había en Triana. Se llamaba Moradiellos. Fue entonces cuando canté en la velá del Barrio León. Recuerdo que allí me lo pasé muy bien y lo disfruté muchísimo. Cómo me ayudó mi familia, cómo me vistieron, cómo fui niña coplera…", rememora, con nostalgia.

Se percibe la verdad –por decirlo con argot flamenco– de estos buenos recuerdos en el tono que se emplea en la conversación. Al igual ocurre al contarnos los veranos en la casa de la bisabuela, en la calle Rocío del barrio de Triana –"una casa muy grande, con un patio de muchas flores donde jugábamos al bingo"– o en el campo familiar, cercano a Carmona, donde La Tremendita ya demostraba esas cualidades suyas para la música y para la creación. "Las vacaciones de la infancia nos íbamos a un campo que tenía mi abuela, a unos 15 minutos de Sevilla. Allí pasábamos todo el verano, mis tíos, mis primos, mis abuelos, mi padre y mi madre. Los recuerdo a todos ellos rodeados de música, con una guitarra en el sofá", relata la artista.

Pero también ha habido momentos difíciles en este camino hacia la profesionalización. En este camino en el que los artistas se hacen un nombre, como se suele decir. "Conforme pasaron los años la cosa se puso más seria –asegura–. Mi padre me puso a estudiar el cante desde la raíz. Y luego nos íbamos por todas las peñas de Andalucía. Me apuntaban a todos los concursos. También a aquellos de la tele de la época".

Fueron años de muchas horas de carretera –de primeros contactos con la vida de la música–, probando suerte en concursos, en festivales; labrando la carrera de aquella niña o adolescente convencida de su vocación, de su interés en dedicarse al flamenco. "Tengo sensaciones contrarias de aquellos veranos en los que empecé a cantar. Por un lado hacía lo que más me gustaba, pero me veía de repente en un concurso compitiendo con cantaores de 70 años. Aquello me creaba mucha presión y más de un día salía llorando, por las reglas tan estrictas…", cuenta la cantaora.

"El flamenco y la creación deben ser muy libres. El flamenco sigue vivo por los artistas que han roto barreras"

Aquí la paradoja: las vacaciones han sido, en cierto modo, escuela para La Tremendita. En los veranos se inició la vocación, se fue consolidando un modo de entender el cante flamenco, de vivirlo como propio, indisociable de la vida de la artista. Rosario desarrolló su pasión por el flamenco –en ambas vertientes, la del ocio y la profesional– en los meses de verano. En festivales como el de La Unión, en Murcia. "Con quince o dieciséis años me recuerdo allí, donde quedé finalista en varias ocasiones. Una experiencia un poco traumática, porque era muy duro. Mi familia es clase obrera, y con lo que teníamos nos íbamos a un camping que había al lado del festival. Allí me duchaba y ahí que nos metíamos a concursar. El concurso era muy heavy. Con muchas reglas. A mí me creaba muchos conflictos, dada mi mente creativa".

Estas experiencias agridulces llevaron a La Tremendita a concluir que "el arte no está hecho para la competición". Porque el flamenco es algo más libre, más abierto, más creativo. Este criterio supuso un punto de inflexión en la carrera de la cantaora, quien comenzó a construir una voz más personal, alejada de los circuitos tradicionales del cante. "El flamenco, el artista y la creación deben ser muy libres. De hecho, el flamenco sigue vivo por los artistas que han roto barreras. Es importante que la corriente tradicional conviva con otras más contemporáneas. Yo creo que el flamenco, si es tan rico, es por su multitud de corrientes", defiende.

La Tremendita. La Tremendita.

La Tremendita. / Carmen Almirante

Esa convivencia de lo tradicional y lo experimental se ha convertido en el sello de La Tremendita, quien en este verano participa en multitud de proyectos y culmina la gira del álbum Tremenda. Principio y origen. "Venimos de un gran tute –afirma la artista–. Aunque este verano de 2023 estoy encantada. En Pamplona voy a estar con Vicente Soto Sordera y Antonio Reyes, junto con la Sinfónica de Navarra, para homenajear la figura de Manolo Caracol. Tan anárquico y libre como era". Se reinterpretará su legado "llevándolo a otros lugares".

A otros lugares también quiere dirigir La Tremendita su trayectoria. Aunque a la pregunta de hacia dónde, la artista no nos desvela más allá de algunos apuntes. "Después del verano me voy a centrar en la nueva producción de mi disco. Quiero dar un paso más en el lenguaje del que venimos. Y quiero romper con algunas barreras que siguen existiendo", comenta, prudente, la cantaora.

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