Barcelona, otro coto de Nadal

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El mallorquín conquista su séptima corona en la Ciudad Condal al superar en la final por cuarta vez a Ferrer, que desperdicia cinco puntos de set en el primer parcial y saca en el segundo con 5-4 a su favor

Rafa Nadal muerde el trofeo conquistado en el Conde de Godó.
Ginés Muñoz / Barcelona

30 de abril 2012 - 05:02

Rafa Nadal prolongó su reinado en Barcelona al alzarse con su séptimo Conde de Godó casi consecutivo (en 2010 se lo llevó Fernando Verdasco porque el manacorí no participó por lesión), tras vencer una vez más a su compatriota David Ferrer, por 7-6 (1) y 7-5.

El tenista balear, que no pierde un partido en este torneo desde que Álex Corretja lo eliminase en segunda ronda de 2003, privó otra vez del título al tenista alicantino, que ha perdido ante el número dos del mundo cuatro finales del Abierto barcelonés en los últimos cinco años. Y eso que esta vez jugó con la convicción necesaria para poner en apuros a Nadal. Ganó su saque y rompió el de su rival nada más empezar, y aunque el mallorquín le devolvió el brea en el siguiente juego, no dejó que abriera brecha en el marcador durante toda esta primera manga.

El de Jávea llevó al límite a Nadal. Cargó el juego sobre su revés; le mantenía casi siempre por detrás de la línea de fondo y, aunque el mallorquín era capaz de protagonizar puntos de mérito fruto de su talento más que de la continuidad en su juego. Con 6-5 para el alicantino y Nadal al servicio, el partido se fue al duodécimo juego. Hasta ese momento, la igualdad había sido casi total en el intercambio de golpes, en el que Nadal se sentía algo más incómodo por lo inesperado del plan. En ese duodécimo juego, Ferrer dispuso de cinco bolas de ruptura, cinco bolas para llevarse el primer set. Pero entonces le entró miedo a ganar y dejó que fuera su rival quien llevase el peso de esos puntos. Y el rey de la tierra batida aceptó el reto encantado. Dos derechas ganadoras, un punto directo de saque y dos errores de Ferrer acabaron con las opciones del tenista de Jávea de llevarse el primer parcial. Nadal acabó conservando su servicio e igualando a seis. Y Ferrer, con la cabeza aún puesta en esas cinco oportunidades desperdiciadas prácticamente regaló el tie break (7-1).

La segunda manga bajó un poco en intensidad. El cansancio hizo mella en ambos jugadores y aparecieron los errores no forzados por ambos lados. Nadal fue el primero en lograr un break para ponerse 3-1, pero Ferrer se lo devolvió inmediatamente y repitió en el noveno juego. El alicantino tuvo 4-5 y saque para forzar el set de desempate. Incluso un remate con Nadal vendido pudo darle una pelota de set, pero le pegó al lado en el que estaba el balear, que acabó ganando el punto y el juego.

Ferrer sintió que ahí se había esfumado su última oportunidad. Fue exactamente así. El balear, como el tiburón que huele la sangre, se fue directo hacía el título.

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