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Indignado anda José Antonio Parra, jerezano afincado en El Bosque, con lo que le ocurrió el domingo durante la Trail de Villaluenga, que completó en un tiempo de dos horas y 51 segundos. Deficiente visual y muy cercano a la ceguera total, pues por un ojo no ve nada y por el derecho tan solo un 10%, suele competir en medias maratones europeas aunque también disfruta con carreras de montaña como esta de la Sierra de Cádiz, de la cual este atleta de 51 años, aquejado de una enfermedad grave degenerativa, destaca la labor de la organización.
Así empieza su relato: "Participé el domingo en la Trail de Villaluenga, que era un infierno tanto por la climatología como por el estado del terreno. Se presentaba difícil para cualquiera, más para mí a pesar de ir acompañado por Quique Calvillo como guía".
A continuación cuenta su peor momento del día: "La pena, y lo cuento con profundo dolor, es que me sentí humillado porque hubo algunos participantes que se mofaron de mí porque me caí no una o dos veces, sino 12 ó 15. Da igual el número, lo importante es que me levanté tantas veces como me caí. En algunas de esas caídas escuché a gente que iba detrás de mí decir a otros que no se preocuparan porque ese, refiriéndose a mí, llevaba todo el día en el suelo. Si decían eso es porque ya me habían visto, me habían pasado y yo los había vuelto a adelantar. Lo que no puedo, por razones evidentes, es ponerles cara. Pido perdón a esas personas por haber estado tirado en el carril por donde ellos debían pasar. Siento en el alma haber perjudicado su carrera".
En cualquier caso, no quedó ahí la cosa: "Es un deporte bonito en el que la gente suele ayudar, pero esta vez me pasaron por encima y lo peor es que, además, se rieron. No sé si fueron los mismos, pero también se mofaron de mi primer puesto en la categoría de discapacitados físicos. Eso también lo oí. Ver veo poco, pero oír lo hago bastante bien. Era el único discapacitado y lógicamente quedé el primero. Llegué porque la palabra abandono no existe para mí. El mérito no era el primer puesto, ni el trofeo y el queso que me entregaron. El tema era llegar a meta y yo llegué. Únicamente no lo hubiera logrado en caso de lesionarme en una de las caídas, pero afortunadamente no fue así".
Antes de seguir, aclara que no habla en nombre de más personas en situación similar: "Reitero mi indignación pero hablo solo en mi nombre, no quiero convertirme en portavoz de los discapacitados para evitar que alguno se pueda sentir molesto".
Luego manda una especie de mensaje a los no identificados que le dañaron: "A veces te arrepientes de cosas que dices o haces. Yo creo que si esto lo leen las personas que dijeron esas frases sobre mí se sentirán avergonzadas, y si tienen hijos no sabrán explicarles por qué hicieron eso. Eso sí, yo les perdono".
Se muestra enamorado del atletismo y se acuerda de quienes echan un cable a los demás: "Yo no voy a ganar un Mundial ni una Olimpiada, pero voy a seguir corriendo porque esto me sirve para demostrar a todo el mundo que hay que luchar por algo. Yo lucho para practicar atletismo, pues la ceguera no me va a coger sentado en el sofá, y me he encontrado en las carreras a gente muy buena que ha dejado su prueba particular para acompañarme. En Villaluenga, el señor Quique Calvillo hizo lo indecible para llevarme arriba y me llevó. Eso me da tranquilidad, me despeja saber que voy corriendo con una persona que ve perfectamente. También he ido con Anabel, con Rafael, con Eloy, con Isma, con Miguel Ángel, con Mónica, con gente anónima que se ha preocupado por mí renunciando a lo suyo. Esa es la grandeza del deporte, porque el deporte no consiste solo en ganar".
La imposibilidad de ver no le impide sentirse querido cuando compite: "Cuando subo al podio, yo noto a la gente cómo se alegra, cómo se agolpa, cómo me hace fotos. Apenas lo veo, pero lo siento. Ese cariño tiene que llegar desde todas las partes porque los discapacitados no lo somos porque queremos sino porque tenemos algo con lo que vivir".
La séptima edición de la Trail-Urbana Villaluenga, organizada por Villaluengaventura y el ayuntamiento de la localidad serrana, tuvo un recorrido semiurbano de unos 16 kilómetros con un desnivel positivo de 476 metros. Los tres primeros de la general masculina fueron, por este orden, Alberto Gamero (independiente), Joaquín Guerrero (Tribike Zahara) y Alejandro Ardanaz (Entrena Sevilla). La general femenina quedó encabezada por Esther Córdoba (Benalmádena Irontriathlon), María del Carmen Ramírez (Deportemanía CxM) y María Nieves López (Deporteando por Utrera).
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