David Palomar: "El flamenco se hace con la vida"
El artista gaditano regresa con su 'Desamparao' a Sevilla, la ciudad donde este recital dramático se estrenó durante la última Bienal
A David Palomar (Cádiz, 1977) lo han intentado encasillar de todas las maneras posibles. Sin embargo, el cantaor ha conseguido esquivar todas las etiquetas con paciencia, humor y una inusual determinación para seguir su camino sin tener que contentar a nadie más que a su propio pulso creativo. De Levantito a su Desamparao, que este 22 de noviembre regresa a Sevilla, la ciudad donde se estrenó, va una trayectoria de mucho más que ánge.
–¿Tiene mucho en común con su personaje de ‘Desamparao’?
–La idea era que no, pero casi somos lo mismo. Yo también soy una persona a la que, a veces, no le apetece encajar con las cosas impuestas o que nos tomamos como norma. Cómo vestir, qué comer, sitios que frecuentar... Y también, como él, pienso que se ha perdido un poquito esa humanidad, de la presencia, el estar presente. Vamos, que sí, me parezco.
–¿Cualquier tiempo pasado fue mejor?
–Para la música, sí. La música no es efímera, ni tiene prisas. La música se macera, se fragua, y se hierve a fuego lento, como un guiso. Necesita su aliño y su sal y, después, todo eso, saborearlo y digerirlo bien. La música necesita un tiempo que no tiene hoy.
–¿Y en otros aspectos?
–Como te decía en las relaciones, ya no nos juntamos tanto; en el comer, que dicen las personas mayores que lo que se comía antes era más sano, pues puede ser; en las casas, que te asomas a una rehabilitación de una casa y, ¡madre mía!, ves que están tapando humedades con pladur...
–Y ante todo eso, el Desamparao se rebela
–A ver, él sabe que no puede cambiar el mundo en el que vive y, por eso, algunas veces se enoja, otras larga con ironía, otras con ánge, porque es un tío gracioso, pero lo que quiere de verdad es que la gente se vaya pensando si verdaderamente es que estamos diciendo que sí a todo, si nos estamos conformando sin poner resistencia. No nos podemos rebelar ante lo que hemos normalizado. Ya vemos normal que la gasolina o que el café cueste lo que cuestan. O, en la música, “oye, que hace ya tiempoque no sacas un videoclip, tienes que estar ahí, tienes que lanzar ahora tal o cual...” Y yo me pregunto, ¿y por qué, dónde está escrito eso? Hay cosas que parecen escritas en piedra.
–Para poner en pie ‘Desamparao’ se ha buscado sus complicidades, ¿qué le aportaban?’
–Sí, lo tenía claro porque yo quería dar un pasito más en algunos aspectos y eso no se puede hacer solo. Necesitaba una persona de la trayectoria y del saber de Jose Troncoso para que trabajara conmigo la interpretación y sacara de mí mi lado más dramático, porque la vis cómica la tengo más resaltada. También quería que él me hiciera el guion entero, pero fue él mismo el que me dijo que había cosas que las tenía que contar yo. Y lo hice, pero él fue quien estructuró todo y le dio sentido; después conté con Calde Ramírez que es capaz de crear ambientes muy elegantes en lo sonoro y en lo audiovisual y Óscar Lago, además de ser un estupendo guitarrista, es que tiene esa presencia, casi tímida, que yo necesitaba en Desamparo. Y luego Ramón Soler, imprescindible, asistiéndome en la elección de los cantes. Es un gran equipo, la verdad, yo estoy muy contento. Tanto que Troncoso y yo hemos hablado de seguir ahondando en ese formato porque creemos que puede ser como un nuevo género, un recital dramatizado flamenco, porque están solos el guitarrista y el cantaor, pero hay una historia, una escena, hay palabra e interpretación.
–Algo así, al menos la semilla de esta idea, estaba ya en el espectáculo de su ‘Trimilenaria’, ¿no?
–Sí, verdad, ahí la dramaturgia era de Ana López Segovia... Qué bonito estuvo eso, a mí me encantaría volver a hacerlo, recuperarlo... Quizás cuando cumpla los 30 años de carrera...
–¿Treinta ya? ¿Eso cuando es?
–Si empezamos a contar desde el primer disco de Levantito, pues en tres años. ¡Ya ves, 30 años! Y yo todavía me veo de adolescente en la peña Camarón escuchando a José...
–Da vértigo...
–Sí pero también te digo que ahora me veo un cantaor más hecho. Al final, te das cuenta que el flamenco se hace con la vida, con tu experiencia vital y, fíjate lo que te digo, el flamenco es más bonito cuando está acompañado de heridas.
–Las fatigas del artista
–Bueno, te diría que ser artista es fácil, lo difícil es ser autónomo (ríe).
–También continúa usted formándose musicalmente
–Sí, estoy en segundo del Grado Superior de Música en Córdoba en la especialidad de flamenco. Mi fin es adquirir conocimiento en la historia de la música, en la historia del flamenco, y en la parte del análisis musical de las obras. Creo que hay que estar preparado en eso, y no sólo yo, sino todos los flamencos coetáneos míos es algo que deberían hacer.
–Oiga, ¿y para Navidad tiene preparado algo?
–Pues el 28 de noviembre saco una rumba catalana navideña. Es que yo soy gran amante de El Pescaílla y tenía muchas ganas de tocar ese género. Se llama Zarrapatín, una palabra inventada, y es una rumba catalana donde doy, como siempre, cal y arena, la temática es navideña, de celebración y sobre la Natividad de Jesús, pero diciendo, escucha, “que ya llegó la Nochebuena, gloria al recién nacido, y en la calle la condena, los que pasan hambre y frío”. Y, nada, estará en las plataformas y tendrá su videoclip que se rodará en Cádiz y va a estar curioso también...
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