Helena Montufo | Antropóloga y escritora

“El siglo XIX es interesante porque cambia la estética del mundo”

Helena Montufo.

Helena Montufo. / DS

A Helena Montufo le encanta el siglo XIX, del que conoce su historia, su arte y su moda. Dice que es una época muy interesante en la que cambia la estética del mundo. Helena Montufo (Granada, 1998) ha irrumpido con fuerza en el terreno de la literatura con su obra El sanatorio de las almas perdidas, una novela ambientada en la época victoriana. Aunque estudió Antropología en la Universidad de Granada, dice que quiere dedicarse a la literatura. Su obra ha tenido una gran acogida entre los lectores. En su opinión la novela cuenta con dos partes diferenciadas, una costumbrista, más victoriana y más brillante y la otra, más oscura, que correspondería con la etapa del sanatorio.

–Entra usted en el mundo de la literatura con una novela histórica de 600 páginas y arropada por una editorial importante. Buen comienzo.

–Sí, me siento una privilegiada y con suerte. La editorial Espasa contactó conmigo a través de mi cuenta de twitter, donde yo exponía algunas ideas literarias. Les mandé un par de capítulos de mi proyecto y les gustó. Luego todo fue dar forma a todas las ideas que tenía en la cabeza.

–Ha elegido usted el siglo XIX y la sociedad inglesa victoriana para ambientar su novela. ¿Por qué?

–El siglo XIX me parece una época muy interesante, sobre todo en el mundo anglosajón. También es un siglo con una estética diferente. Hay que ser consciente igualmente de que fue un tiempo con muchas luces y sombras, de que no es todo tan bonito como se ve en las series o en las películas, pero es verdad que las artes, la moda y la creatividad en general avanzaron mucho.

–Viéndola a usted tan joven parece más lógico que escriba algo más del presente y del futuro que del pasado.

–Es posible. Esto a lo mejor va a sonar como algo pretencioso, pero yo creo que el ser joven y tener conocimientos de Antropología puede dar lugar a tener una visión diferente del ser humano e interpretar la época victoriana de otra manera, con una sensibilidad diferente. Además, a mi novela la he dotado de mucha humanidad y eso se refleja en sus personajes, que he procurado que sean muy reales. Tan reales que a cada personaje yo le escribía su propia historia.

–Las críticas y comentarios ponen como buena su novela.

–Sí, en general los comentarios son benévolos conmigo, aunque también hay los que creen que es demasiado densa. Yo creo que para ser la primera novela de alguien está razonablemente bien.

–¿Cómo se le ocurrió el argumento?

–Hace un par de años estaba leyendo un ensayo sobre la salud mental en la época victoriana cuando me surgió la idea de escribir una historia de dos hermanastras que se van a un sanatorio a trabajar y les pasan cosas muy tétricas. Esa fue la idea inicial. Luego fui construyendo la historia.

–En la contraportada se dice que es una novela terrorífica.

–Así es como la ha calificado la editorial, pero yo no creo que sea tal cual. Hay partes que producen en el lector cierta inquietud y turbación, pero tanto como para sentir miedo, creo que no. Yo la concebí como una novela negra ambientada en la época victoriana.

–¿Cómo una antropóloga acaba escribiendo novelas?

–A mí siempre me ha gustado escribir. Recuerdo que cuando tenía cinco años me regalaron un diario y empecé a anotar ahí todo lo que me ocurría. Eso hizo que me aficionara a escribir y que un papel fuera el confidente de lo que me pasaba. Aún hoy lo sigo haciendo. Me parece una forma muy chula de estar al tanto de tu vida.

–Me imagino que también fue usted de niña una gran lectora.

–Sí, mi afición por la literatura también es muy temprana. Un día mis ganas de escribir y de leer se dieron la mano y ya jamás se la han soltado. Así que mi interés por la literatura y la lectura es mucho más temprano que mi dedicación a la Antropología.

–De todas maneras, la Antropología en este país creo que no tiene mucho futuro. Me refiero a las salidas laborales.

–Efectivamente. Aquí en España como no sea como profesor en una Facultad… En otros países está más valorada. De todas maneras, no pienso dedicarme a la Antropología. Tengo claro que quiero escribir.

–¿Aunque sea consciente de que hoy día vivir de la escritura es muy complicado?

–Sé que es un camino muy difícil. Hace poco estuve en un certamen de novela histórica y encontré a muchos escritores que están en mi misma situación. Amamos nuestros libros, pero no podemos vivir de ellos. Estoy convencida de que si me pusiera como objetivo vivir de lo que escribo me iba a dar una hostia terrible, por eso no lo hago. Pero yo quiero seguir escribiendo. ¿Hasta dónde pienso llegar? No lo sé.

–Usted es consciente de que la juventud no está por la labor de la lectura.

–Eso es lo que se dice, pero no estoy tan segura. Quizás es porque yo me muevo mucho en un círculo de amigos a los que les gusta leer. Por eso en esa cuestión no soy tan categórica.

–Yo creo que hay muy pocos jóvenes dispuestos a leerse una novela de 600 páginas.

–Sí. Es verdad. Las redes sociales y las nuevas tecnologías en general nos han acostumbrado a los jóvenes a la rapidez de estímulos y ya cada vez resulta más difícil concentrarse en una lectura reposada y lenta. Lo de las 600 páginas de mi novela yo sé de antemano que puede echar para atrás a mucha gente, pero es el espacio que necesitaba la historia.

–¿Seguirá con la novela histórica?

–No lo sé. La verdad es que me gusta ese género, pero no sé si seguiré por ese camino.

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