Jueves de Feria

Aires de Feria

  • Las altas temperaturas y el viento de Levante crispan el González Hontoria en una jornada de jueves algo más floja de público. El calor seguirá siendo protagonista en el Real

“¡Me vi quedá ciega!”. No era para menos, en una jornada de Feria, la de ayer, protagonizada casi exclusivamente por el viento de Levante, que nunca viene solo, sino en un pack bastante completito como bochorno, dolor de cabeza, crispación y jartura de tanto aire. A todo ello hay que sumar el espacio en que se desarrolla la levantera, en pleno González Hontoria, con un suelo de albero del que se escapaba algún que otro remolino de polvo amarillento, que una vez regado se secaba enseguida. Sin duda, este contratiempo, que se mantendrá al menos hasta el sábado, hizo incómoda la estancia en la Feria, sobre todo, al mediodía, cuando más apretaba.

La jornada comenzó con poco público, bastante menos que el miércoles, incluso a la hora del almuerzo en la que era fácil, en comparación con otras ediciones, encontrar mesa en las casetas para picar algo, no mucho, ya que los precios aunque no han subido, siguen siendo altos. Los ‘clavazos’ en algunos casos son descarados, más aún cuando lo que se vende es calidad, y la realidad no le corresponde, léase tortillas tiesas a 10 euros o    croquetas desinfladas faltas de relleno. ¿Quién controla esto?

Y para negocio, el que pocos aprovecharon ayer, la venta de pañuelos de papel para los alérgicos, a los que pilló desprevenidos el vendaval. Los estornudos, banda sonora del jueves de Feria, sonaban más altos que las sevillanas. Ojos llorosos, picores varios, tos, bueno, lo tradicional en un ataque por falta de antihistamínicos. La lucha contra el Levante, y perdonen que insista en el tema pero hasta que en la Feria no pongan los coches de caballos eléctricos todo se mantiene en la línea de rutina habitual, fue especialmente dura para las mujeres vestidas de flamenca y para los visitantes foráneos. Las primeras se agarraban las flores y peinetas como podían, para evitar que acabaran en la nuca. “De nada me ha servido peinarme hoy”, dijo una. “Pues a mí el Levante me deja el pelo más lacio y mejor”, defendía la otra, una de las pocas personas que ayer estaba a gusto revoleada por el aire. Los de fuera, entre tanto, se refugiaban en el interior de las casetas huyendo del albero en suspensión, enjugándose los ojos y sudor con cleenex o servilletas tiesas, entre loncha y loncha de queso. Tampoco fue una jornada fina para los caballistas, escasos en el Real.

Penas, entre comillas, que bien quita un buen arroz, unos garbanzos con langostinos, un menudo bien hecho... Guisos especiales y fuera de carta que ayer ofrecieron algunas casetas del Real y que se agradecen para variar del típico serranito, jamón, choco frito y tortillita. Todo muy regado con rebujito on the rocks, que sigue siendo la estrella, junto a la cerveza, mucho más refrescantes en una feria calurosa que el fino, que encuentra últimamente muchos obstáculos en su camino. 

La tarde trajo más alegría al Real, más gente, más colorido, más lunares, más ganas de fiesta y más alivio con la marcha del calor, que hoy y mañana promete superar temperaturas, para desesperación de muchos y alegría de los caseteros. Y todo este panorama bajo la atenta mirada de algunas televisiones extranjeras, para una serie de reportajes de la ciudad, que instalaron sus chiringuitos en el paseo de caballos, de rotonda en rotonda, o junto a las casetas con más público.

Y la noche..., ¿qué mas da el Levante a esas horas? Para los que llegan, para los que ya están allí y llevan más horas que un perro en un chalet, y para los que cierran las puertas  del Hontoria hasta que el cuerpo aguante, es Feria y el resto, es tontería. 

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