Un clavel y el 'romerito' de la suerte
La mayoría de los feriantes piden que para el próximo año se instalen más servicios
Si efímera es la 'ciudad' de la Feria, su 'barrio' más tradicional es sin duda el campamento de los feriantes. Viven a las espaldas del González Hontoria, en el rincón donde la luz del alumbrado y colorido de los farolillos se tornan un poco más oscuro. Año tras año llegan con sus furgonetas a una fiesta en la que más que disfrutar, la trabajan, y aunque en sus caras se refleja las consecuencias de vivir en estas condiciones, la mayoría asegura que es en ésta donde mejor se les trata. "En Sevilla nos quitan los claveles en las puertas de las casetas porque en todas hay guardias, y en Córdoba tampoco se portan muy bien con nosotros. Sin embargo, aquí estamos muy bien", asegura Mari Luz Fernández. A su lado se encuentra su hermana 'La Paraguita', un poco más crítica dice que "espero que el año que viene nos pongan duchas y más servicios, porque lo necesitamos. De todas formas tenemos que decir que cada vez hay más cosas para nosotros". Cerca de doscientos feriantes se instalan estos días en Jerez para recorrer las calles de la Feria vendiendo claveles y el 'romerito' de la suerte, mientras que los hombres venden paquetes de tabaco. Estampa clásica en la fiesta del fino y sevillanas.
"Ya estamos muy cansados. Aquí hay mucho polvo y por más que lavamos a los niños al poco se vuelven a ensuciar", señala Joaquina, mientras cocina patatas con carne en un pequeño infernillo. Su hija, Jennifer, que sostiene en brazos a uno de sus hermanos, reconoce que "estar aquí no me gusta, hay demasiado polvo". La concepción de los más pequeños de esta semana de Feria difiere en muchos casos al de sus padres. "A mí si que me gusta estar aquí, pasamos el día jugando", apunta Ramón, porque admite que al estar con la familia es más divertido que ir al colegio. Su primo, que también se llama Ramón, destaca que a pesar de que sus padres no le dejan ir a la Feria, "porque soy muy pequeño", se lo pasa muy bien jugando a la pelota y apunta que "este año hace demasiado calor para estar aquí".
Teresa lleva cerca de catorce años viniendo a la Feria para vender claveles. "Esto no es vida. Creo que deberían ponernos casetas como las de los camping para nosotros mientras estamos aquí, por lo menos para tener más baños". Ésta es la última Feria a la que irán este mes. "Después de ésta nos vamos otra vez a nuestro piso en Madrid. Llevamos aquí una semana y ya tenemos ganas de volver, además los niños tienen que volver a las clases". Estar con los amigos, ir al colegio, en definitiva volver a la vida diaria en la capital española son los deseos de estos feriantes, que con cierta resignación reconocen que "es lo que hay. Tenemos que vender lo que sea para conseguir dinero", señala Teresa.
El campamento no sólo se divide por una verja, sino que se puede diferenciar la zona de los romaníes y la de los españoles. Teresa Silva Fernández, una joven de 21 años, señala que "nosotros no tenemos problemas con nadie. No nos metemos en sus cosas y ellos tampoco en las nuestras". Sin embargo, Mari Luz declara que "hay que tener cuidado con las romaníes, son ellas las que traen los problemas porque roban. Como es difícil identificarlas, pagamos su mala imagen. Nosotras sólo venimos a la Feria para vender claveles, no queremos molestar, sólo ganar algo de dinero para vivir. Pero hay que vigilarlas, de hecho cuando nosotras vemos algo raro se lo decimos a los policías. No queremos líos".
En familia cocinan, lavan, se ríen y trabajan. Las horas parecen pasar más lentas en este otro 'Real' de la Feria, en el que los niños juegan al balón y los mayores se sientan en corro a la sombra para pasar las horas. Preparan los ramos de claveles que durante estos días venderán en las casetas. Rosas, rojas, amarillas y moradas, toda una variedad de color. Un 'extra' en sus ingresos mensuales que en los últimos años ha descendido, tanto por la competencia con los romaníes como con la población china, que venden desde flores hasta collares fluorescentes. La vida diaria de los jerezanos parece no alterarse ante la presencia de los feriantes en los días previos a la fiesta. Pero estos 'vecinos' del González Hontoria anuncian con su presencia que en pocas horas se dará el pistoletazo de salida a la Feria del Caballo. Una semana llena de color y música, los últimos siete días de trabajo en la ferias andaluzas.
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