El compromiso de Juan Goytisolo con los desheredados de la sociedad sigue firme, aunque el narrador afirme que tras "centenares de páginas" sobre el tema ya rechaza escribir de la situación de los inmigrantes, y alegue que "los políticos pueden y deben repetirse, pero los escritores no". El homenaje que le rindió ayer la Universidad de Sevilla, para reconocer a una de las voces imprescindibles de la literatura española, sirve para poner de relieve la categoría del barcelonés: en su conversación prende a menudo esa insólita lucidez del disidente, la mirada de quien observa el mundo desde los márgenes y mantiene una actitud moral ante el paisaje.

El autor de Señas de identidad presenta estos días en el Festival de Sevilla El regreso, de Nonio Parejo, por la que asoman sus inquietudes sociales y en la que se retrata su vuelta a los mismos escenarios que recogía su libro Campos de Níjar. Para el narrador, el filme "muestra bien mi relación con Andalucía, y en particular con la tierra almeriense", un vínculo que, según matiza, "ha tenido sus conflictos, como pasa en toda relación amorosa".

En el homenaje, Goytisolo recordó que siempre ha combatido los prejuicios contra el diferente, el desprecio con que una sociedad acoge a los de fuera, porque, sostiene, "es algo que he vivido. Tuve la suerte de ser un emigrante de lujo, por mi condición de escritor, pero el tren en el que me fui a Francia estaba lleno de trabajadores", una experiencia que le marcó y que le llevaría a dedicarse a los marginados. La vida le facilitaría la convivencia con otras culturas: en el barrio en el que residía en París "se hablaban todas las lenguas"; en Manhattan, cuando daba clases en Nueva York, "todo el mundo venía de algún sitio". Esos episodios le proporcionaron, cuenta, "una educación que no se da en la universidad, una educación en lo diverso", y le inculcaron "una visión de la realidad mucho más compleja".

Un prisma desde el que Goytisolo, residente en Marruecos desde hace 14 años, juzga la situación del Sahara. Considera un "disparate" lo ocurrido en El Aaiún y lamenta el uso de la fuerza durante el desmantelamiento, llevado a cabo por fuerzas marroquíes, del campamento de Gdaim Izik. "No se puede lograr por la fuerza la resolución de un conflicto que es mucho más complejo de lo que la gente imagina", expone, consciente de que "los conflictos tribales que hay en la zona no tienen una resolución fácil". En este panorama pide la "buena voluntad" de las dos partes implicadas, Marruecos y el Frente Polisario, para lograr una solución que "respete los derechos humanos" así como "el nuevo mapa" del país magrebí.

El catedrático de Literatura Española Rafael de Cózar, encargado de presentar el homenaje que le dedicó la Universidad, calificó a Goytisolo como "un intelectual esencial en los procesos literarios de la posguerra y figura clave de su generación". Para Cózar, su residencia en otros países "le ha otorgado una perspectiva sobre España que muy pocos tienen, lo que es muy evidente, por ejemplo, en su novela Reivindicación del Conde Don Julián". Su compromiso no se limita a la geografía española: El sitio de los sitios, una obra sobre Yugoslavia, "podría haber sido sobre Iraq o Afganistán"; y sus textos "más autobiográficos" -Cózar cita Coto vedado y En los reinos de Taifa- son "reflexión y síntesis de la pura historia de nuestro tiempo". Su producción literaria, en la que ha explorado todos los géneros, supone, para el especialista, "un corpus fundamental" en el que destaca "su carácter innovador en cada momento". Su evolución le ha llevado hasta su última etapa, en la que defiende "esa actitud de rechazo a la postura del intelectual vendido al sistema y al mercado".