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En paralelo

Diez días de noviembre para hablar del buen cante que duele

“El flamenco duele porque sus cantes están hechos sobre un crisol, sobre un dolor, una pena, una marginación, un desprecio de los demás”, así lo asegura y lo reflexiona Manuel Morao. Lo hace, con profundidad solemne, con la sabiduría de haber visto y vivido. Lo hace en un documental que quedará para la historia, en especial, para los holandeses y que fue presentado ayer en el Centro Andaluz de Flamenco (CAF) de la mano de la directora de la entidad, Olga de la Pascua; y la responsable de esta cinta, Ernestina van de Noort, que ha estado acompañada en este trabajo por el también director Martijn van Beenen. Una propuesta llamada ‘El cante bueno, duele’, producida por la televisión pública holandesa NTR que tiene como objetivo acercar al público internacional los secretos y los orígenes del flamenco, sobre todo, el cante y la guitarra, que son “más herméticos que el baile”, asegura la directora.

La idea surgió de unos conciertos que Moraíto y Fernando de la Morena ofrecieron en mayo pasado en Holanda dentro de un ciclo de flamenco que dirige Ernestina. Con dicha filmación se fueron a la televisión y rápidamente le dieron el visto bueno para hacer el documental. El rodaje se llevó a cabo durante diez días de noviembre de 2010 en Jerez. Un documental que se centra en la saga de los Morao, y que ya se presentó en la Bienal de Holanda el pasado mes de enero. Ernestina reconoce que en el fondo este trabajo “es un homenaje a Moraíto Chico y qué mejor momento para presentarlo que durante el Festival de Jerez”.

“Queríamos hacerlo todo con mucho ritmo y explicar al público que el flamenco es algo más que tocar, cantar o bailar, es una forma de vida”, dice la directora, que confiesa que ella misma ha aprendido que la guitarra de Moraíto lleva desde hace más de 20 años -cuando ella empezó a dar sus primeros cursos de baile aquí- en su casa, a través de aquellas cintas de casete. El pulgar de los Morao es el que a mí me hace levantarme de la silla”.

María Bala y Moraíto se emocionan, lloran en el documental porque a ella él le hace cantar, a pesar de su edad. Y Manuel Morao dice así que cuando el flamenco se hace con rutina se pierde toda su esencia. Y mientras, va presentando a las nuevas generaciones, y se monta la fiesta en Gitanería. Se habla de la guitarra de ahora y de antes, de los derroteros que ha ido tomando el instrumento. Un café, unas tostadas, un vino después, un poco de jamón, una charla conManuel Soto ‘El Bo’. Un viaje a Córdoba, donde se dan cita Moraíto y José Mercé para ofrecer un concierto. Un recorrido por el arte jondo, sus texturas, sus esencias. Un trayecto que no dejará indiferente al espectador, de aquí o de allá.

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