Antonio Agarrado Porrua, de profesión cirujano

Este pasado sábado ha fallecido el cirujano Antonio Agarrado Porrua a la edad de 88 años. A lo largo de más de medio siglo de profesión, por sus manos pasaron infinidad de pacientes, convirtiéndose en uno de los médicos más reputados en la ciudad y a nivel nacional.

Antonio Agarrado había nacido el 1 de julio de 1933 en pleno barrio de San Miguel. Desde muy niño siempre tuvo claro a qué quería dedicarse sanando a animales moribundos en el campo de su abuelo José Porrua. Tras completar sus estudios básicos, comenzó a hacer el bachillerato, algo que realizó entre Jerez y Málaga, y a principio de los años 50 se marchó a Madrid para iniciar la carrera de Medicina.

Inicialmente se graduó en Cirugía General, pero tras quedar prendado de los trabajos en cirugía plástica del doctor Rafael del Pino Corral, decidió especializarse en esta nueva rama, en plena eclosión en aquellos años.

Logró una beca en Edimburgo, tras el apoyo del doctor Miguel Alonso, con el que había trabajado en la Clínica de la Concepción de Madrid, y lo que iba a ser un periodo de tres meses acabó en dos años, aprendiendo de primera mano del doctor Wallace. En alguna entrevista relataba que aquel cirujano británico siempre le decía: ‘Tony, eres el primer español que ha venido a aprender y no a corretear a mis enfermeras’.

De Escocia a Estados Unidos, donde acabó de formarse como cirujano plástico, convirtiéndose así en el primer profesional de esta índole en la provincia de Cádiz (fue el único cirujano especialista en la provincia durante 14 años). En Estados Unidos estuvo un año, perfeccionando su conocimiento en Los Ángeles y Nueva York, donde aprendió cirugía de cáncer de cara y cuello.

En 1964 volvió a Jerez y desde entonces su consulta pasó a ser una de las más famosas de la ciudad, destacando su faceta en las operaciones de nariz, aunque también en otros ámbitos, pues como reconocía el propio Antonio Agarrado en más de una entrevista, "yo no le he negado la consulta a nadie. Por aquí además han pasado de todo, toreros, pintores, artistas... De todo".

Su vinculación con el flamenco también fue bastante notable, y aunque como reconocía "tengo una ramita", la fe y el fervor que la mayoría de artistas flamencos jerezanos mantenían hacia él le hizo ser bastante popular entre el gremio, no en vano, pasaron por sus manos desde Tío Borrico a La Paquera, El Sordera o Curro de la Morena, entre otros muchos.

Su compromiso con su ciudad y los más desfavorecidos siempre fueron parte de su ideario, de hecho, a lo largo de su dilatada carrera trabajó durante años de forma desinteresada con el Sanatorio de Santa Rosalía, Beato Juan Grande y al frente de la desaparecida Clínica de la Cruz Roja, donde pondría en práctica aquel viejo lema que aprendió de su abuela Milagros, “primero consuela y luego cura”.