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Tierra de nadie

Del "por vosotros" al "para mi"

Vista general del hemiciclo del Congreso de los Diputados.

Vista general del hemiciclo del Congreso de los Diputados. / EFE

No es tan difícil, créanlo, puede que 'ellos' quieran hacer que nos parezca así, complicado, pero la realidad es que es bastante fácil.

'Ellos' son aquellos de nosotros que deciden dar el paso para entrar en política y dejan de ser 'nosotros' para convertirse en 'ellos'. Mientras somos ciudadanos normales, como se suele decir: gente 'de a pie', nos comportamos y se comportan como tales, con nuestros defectos y virtudes, la mayoría tratando de salir adelante en la vida que a cada cual le haya tocado y se haya buscado. Pero a partir de cruzar su particular Rubicón -el río en el que, a sus orillas y antes de decidir franquearlo, el gran Julio César dijo aquello de "la suerte está echada"-, nuestra suerte, para fortuna de 'ellos' está echada, y la de ellos, para desgracia nuestra, también… No debería, ni tendría por qué ser así, pero así es.

Cuando saltan de la calle al sillón, estas personas cambian sus prioridades, transforman su actitud y acomodan su moral a los que ahora entienden como 'sus nuevos intereses', esto altera su forma de entender la vida, distorsiona sus principios, si los tuvieran o tuviesen, y desfigura por completo su percepción de la realidad. Parecen entrar en una especie de trance permanente, con diferentes intensidades según el individuo, en el que se instalan, acomodan y al que se aferran. Pierden la objetividad y se les enturbia el criterio, en ocasiones también el cerebro. Terminan por creerse lo que nos dicen, incluso acaban por estar convencidos que trabajan para nosotros y por nuestro bienestar, cuando lo cierto es que no les importamos nada en absoluto y lo único en lo que se esfuerzan es por mantenerse en el poder, aumentar sus prebendas y asegurar su futuro… a nuestra costa.

Miren, lo primero es la salud, después la Justicia y la educación. Alimentos -sanos y suficientes-, vivienda y trabajo, dignos, después. Para conseguir que la sociedad que formamos entre todos tenga asegurados, inexcusablemente, los tres primeros y podamos sentir que estamos muy cerca de asegurar los otros tres, hace falta dinero. La economía es el motor que genera la 'energía' necesaria para mover la maquinaria capaz de proveernos, a todos, de estas necesidades básicas, justas e irrenunciables. Para que la economía marche hacen falta gestores que conozcan su funcionamiento, entiendan sus procesos y sepan encontrar sus mejores posibilidades y alcanzar su máximo rendimiento, ¡ah…! y que no roben.

Los tiempos mesiánicos han pasado, no necesitamos ningún gran orador, ni el carisma de un líder aventajado. Lo que nos hace falta son profesionales cualificados, honestos y con ganas de esforzarse, no de 'trepar', que trabajen para los que les pagamos y por lograr las metas que necesitamos -nosotros, no 'ellos'-: el bienestar para todos y el progreso de todos, la justicia -la social y la que se escribe con mayúscula-, y el afianzamiento de los derechos fundamentales de todos y cada una de las personas que somos, ¡ah…! y que no roben.

Ni a mí, ni a nadie que no sean 'ellos mismos, nos importa en realidad quién mande en el Ayuntamiento, quién disponga en la Junta, o quién gobierne la nación. Lo de 'derechas o izquierdas' es un enfrentamiento que sólo les interesa a 'ellos', es una realidad virtual, casposa y obsoleta, que no sirve sino a sus 'señores'. Centro izquierda o centro derecha, laboristas o conservadores, social demócratas o demócrata-cristianos, populares o socialistas… ¡qué más da! Ya no hablamos de ideologías caducas, trasnochadas y falaces, hablamos de agilidad, de efectividad y de realidades, la guerra ya pasó, y terminó…, aunque ahora algunos la quieran resucitar por mero interés personal. Queremos y necesitamos profesionales cualificados, con valores éticos, responsables y resolutivos, y que, por supuesto, ¡ni nos mientan ni nos roben!

Ahí los tienen: a guantazos por un escaño, partiéndose la cara por quitar al que manda para ponerse en su lugar, tramando como derribar al de enfrente para quitar lo que ha hecho y hacer ellos otra cosa distinta, da igual si es mejor o peor, lo que importa es tirar lo de antes y colocar 'lo mío'. Lo que les interesa no somos nosotros, son 'ellos'. En lugar de reconocer lo que va bien, de apoyar lo que no se hace mal, de construir y alentar, de sugerir y promover mejoras viables y duraderas para todos; en vez de hacer causa común contra los asesinos 'yihadistas', los criminales etarras y sus cómplices, que aún se arrastran por ahí, y los becerros golpistas catalanes -fuera de la Ley- y toda la ralea que les aplaude, en lugar de eso: 'ellos', ¡a lo suyo!, ¡tan lejos de lo nuestro...!

PD: ¿Cuántos muertos necesita Podemos para condenar a Maduro, el dictador asesino de Venezuela? ¡Ya son 85!

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